Como todo político profesional, Ricardo Monreal quiere ser Presidente. Ha trabajado toda su vida con la mira en ese objetivo. Tenía claro el camino rumbo a 2024 hasta que se le atravesó López Obrador. En el fondo, el enfrentamiento entre el exgobernador de Zacatecas y el actual dirigente de Morena tiene que ver con eso. Monreal quería ser el heredero de AMLO como líder de la izquierda, ganara o perdiera éste la elección presidencial el año que entra. Pero el tabasqueño no va a dejar pasar a nadie que se quede con su chamba.

Desde muy joven, Monreal se ha dedicado a la política. De joven, al igual que Felipe Calderón, el Foro Económico Mundial  de Davos lo nombró como uno de los “líderes globales del mañana en el mundo”. El panista, efectivamente, llegó a la Presidencia. Monreal sigue en ese camino.

Comenzó a militar en el PRI. Como el presidente Zedillo no lo nombró candidato de ese partido a la gubernatura de Zacatecas, se cambió al PRD por una invitación expresa del entonces dirigente nacional perredista, López Obrador. Ganó la elección y gobernó su estado.

En 2006, se convirtió en senador. Renunció al PRD para militar en el PT. En 2012, coordinó la campaña electoral de AMLO. Ese año, ganó una diputación federal y volvió a cambiar de partido: se fue a Movimiento Ciudadano. Cuando López Obrador fundó Morena en 2014, Monreal una vez más mudó de militancia. Sorpresivamente, en 2015 lo lanzaron como candidato a jefe delegacional de Cuauhtémoc. ¿Cómo era posible que un exgobernador, exsenador y exdiputado aceptara competir por un puesto tan menor para alguien con un currículum como el de él?

Lo acordó con López Obrador. La idea era que Monreal se convirtiera en delegado para, desde ahí, construir su campaña para ser el próximo jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Tenía todo el sentido del mundo. Con el apoyo de Morena, Monreal contaba con una probabilidad alta de ganar la elección de jefe de Gobierno. Además, durante la campaña de 2018, AMLO le dejaría la operación electoral de la capital, de tal suerte que el tabasqueño podía concentrarse en obtener votos en otras regiones del país.

Si AMLO ganaba en 2018, Monreal sería el delfín más aventajado para el 2024, por la gran cantidad de recursos que manejaría al gobernar la CDMX. Si AMLO perdía en su tercer intento, Monreal se convertiría en el morenista con mayor poder y presencia en el país, listo para heredar la estafeta del tabasqueño en la izquierda nacional.

Era un buen plan para el zacatecano. Con un problema: se le atravesó AMLO. No cumplió su promesa de hacerlo candidato a la jefatura de Gobierno. El dedo de López Obrador apuntó hacia Claudia Sheinbaum en un proceso opaco y mal organizado, en el que supuestamente el candidato fue elegido por encuesta. Para que no hubiera dudas del “estate quieto” de AMLO, se anunció que Monreal había quedado en un lejano tercer lugar, por debajo de Sheinbaum y Martí Batres. No sólo lo arrollaron, sino que, ya en el piso, lo patearon.

Furioso, el jefe delegacional de Cuauhtémoc ha amagado, desde entonces, con irse de Morena. Sigue deshojando la margarita para ver si cambia, de nuevo, de partido a fin de lanzarse a la jefatura de Gobierno enfrentando a la candidata de AMLO. No está fácil. Regresar al PRI sería una derrota histórica para Monreal. En el Frente (PAN, PRD, MC) no cabe porque la candidatura de la capital está reservada para un perredista (todo indica que Alejandra Barrales). Lo único que le queda es ir por uno de los partidos chicos con la desventaja de competir en contra de las maquinarias de los partidos grandes. Podría perder su primera elección de su carrera, lo cual significaría olvidarse del sueño presidencial para 2024.

Monreal se movió con la intención de ser el heredero de López Obrador en la izquierda, teniendo en la mira la Presidencia en el próximo ciclo electoral. Pero se le atravesó el propio AMLO quien, fiel a su estilo caciquil, no toleró que alguien le hiciera sombra. Morena es de él y sólo para él. Gane o pierda la elección presidencial del año que entra, seguirá siendo el líder indiscutible de ese partido. Si triunfa, será un Presidente que controlará con mano férrea a la izquierda. Si pierde, de ninguna forma se retirará a su rancho a dar clases de historia a los jóvenes. Se lanzará de nuevo para el 2024. Para eso tenía que quitar, desde ahora, a Monreal del camino. Ya lo logró porque, en el mejor de los casos, Ricardoseguirá siendo uno de los tantos segundones de López Obrador y, en el peor, acabará en la marginalidad política de aquéllos que han tratado de desbancar a AMLO sin éxito alguno, como Marcelo Ebrard.

                Twitter: @leozuckermann

 

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