La diversidad de las plantas es enorme: habitan desde los bosques y regiones montañosas hasta los desiertos y las playas; van del verde más característico al amarillo intenso, al rojo o un blanco casi espectral.
Si hablamos del uso que le damos a las plantas la variedad no es menor: desde alimentarnos hasta construir viviendas con ellas; de adornar nuestros jardines hasta utilizarlas en beneficio de nuestra salud, como ocurre con las plantas medicinales.
En el país existe un cúmulo de conocimientos ancestrales sobre las plantas con fines terapéuticos. Algunos de estos saberes datan de las civilizaciones originarias, y han llegado a nosotros a través de documentos como el Códice De la Cruz-Badiano, un tratado de medicina herbolaria escrito en 1552, considerado “el último gran herbario medieval”.
Si bien ha sido limitada, la investigación en herbolaria desde la perspectiva científica parece ir en aumento. En México, el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, desarrolla investigación sobre plantas, su efecto en el sistema nervioso y la posible aplicación en beneficio de la salud mental.
Algunas de las plantas que estudian son viejas conocidas de la medicina tradicional. Por ejemplo, el cempasúchil y el pericón son plantas que se han utilizado por décadas para tratar “los nervios”. No obstante, los análisis que se realizan en el Laboratorio de Neurofarmacología de Productos Naturales (LNPN) tienen un método científico, lo que va más allá de la experiencia empírica y anecdótica.
Por mencionar algunas, han hecho estudios sobre el efecto contra la ansiedad del pericón, el cempasúchil, el orégano mexicano y la damiana, del clavo, el romero y la moringa como analgésicos, los usos antidepresivos del toronjil morado, las propiedades antiepilépticas de la flor de tilia, la rodiola para tratar hipersensibilidad por diabetes, entre otras plantas con una amplia historia en la medicina tradicional.
La investigación desarrollada en el LNPN es multidisciplinaria. Echa mano de la etnobotánica, el análisis de cromatográfico, los estudios farmacológicos en modelos animales y la bioestadística.
Los animales usados para los modelos son ratas y ratones. No de cualquier tipo, sino reoedores libres de gérmenes, especializados para investigación científica. Si uno se pregunta por qué utilizar una rata para estudiar problemas de salud de humanos, una respuesta es que ambas especies compartimos más del 90% de nuestros genes, lo que hace de los roedores candidatos perfectos para estudiar el efecto de las plantas sobre el sistema nervioso.
Aunado a esto, se han desarrollado modelos para inducir conductas en los ratones que puedan ser análogas a situaciones de ansiedad en humanos, para así evaluar los efectos terapéuticos ya sea de fármacos o, en este caso, de plantas medicinales.
En términos generales, los hallazgos del laboratorio son sorprendentes. Muchas de las plantas que tradicionalmente tienen usos terapéuticos han mostrado efectos comprobables y cuantificables a través de métodos de experimentación científica, coincidiendo con su uso en la medicina tradicional.
Entre lo más novedoso del tema se encuentra que al contar con evidencia científica sobre los efectos de las plantas, se establecen las bases para que futuras investigaciones puedan encaminar sus esfuerzos para buscar el uso en tratamientos médicos para personas, algo imposible si no se contara con la verificación científica.