Mucho se ha hablado en los últimos meses sobre la posibilidad de que el TLCAN tenga un desenlace desfavorable y se rompa la negociación entre países en el marco del tratado. El factor de inflexibilidad de Trump es una realidad, y el ejemplo perfecto es lo que está sucediendo en la industria automotriz.
El gobierno de Estados Unidos se ha manifestado a favor de incrementar el contenido nacional de sus exportaciones, pues lo considera como un factor clave para revertir el problema de su déficit comercial.
Bajo el TLCAN, al menos 62.5% del material que compone un automóvil o camión debe provenir de Norteamérica para no pagar aranceles. La administración del presidente estadounidense Trump ha propuesto elevar dicho porcentaje de contenido regional al 85%, y asegurar que el 50% de ese total sea de Estados Unidos.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) rechazó la propuesta, argumentando que las actuales reglas de origen funcionan, y han sido claves en crear valor e integrar las industrias automotrices de Canadá, Estados Unidos y México. La AMIA calificó la propuesta estadounidense para país específico como inaceptable, diciendo que viola las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La realidad es que de hecho las propias grandes trasnacionales norteamericanas y europeas son las que se han beneficiado de las actuales reglas del TLCAN. La industria automotriz de la región ha roto todos los récords de productividad. Hoy se producen casi 2.5 millones de vehículos en el año. De dicha producción, el 76.1% de las ventas son destinadas a Estados Unidos, 8.9% a Canadá, 7.5% a América Latina, 4.8% a Europa; y un 1.1% se trasladó al continente asiático.
Es decir que la industria está mejor que nunca en Norteamérica en materia de integración regional, ventas, producción y generación de empleos. De romperse negociaciones, crearse aranceles, y cambiar reglas de origen, sin duda se moverá gran parte de la economía regional, y por supuesto habrá consecuencias para México, Estados Unidos y Canadá. Habrá que seguir de cerca el tratado, y ver lo que tienen que decir las grandes armadoras como General Motors, Ford Motor Co, Fiat Chrysler Automobiles y Volkswagen AG; todas ellas con plantas de bajo costo en México.