Y mientras tanto, en Trumpilandia:
Quien dice orar, de todo corazón, por las y los mexicanos después de los sismos y las tormentas, insulta una y otra vez a aquellos sectores de la República de masculina Nacionalista Blanca Anglosajona y Protestante opuestos, en virtud de su existencia, a los designios del mandato trompista.
Parecen haber transcurrido años o décadas y apenas asistimos a la fase inicial: a los prolegómenos de la pesadilla.
Un clavado al registro visual nos remite al instante preciso que desembocó en su eventual presidencia. Quizás estemos atestiguando, mediante consultas youtuberas, al momento exacto en el que la estrella de Reality Television relanzó, más en serio, la demencial carrera a cuyas secuelas padeceremos –independientemente del desenlace: renuncia por impeachment, como sucedió con Richard Nixon en agosto de 1974; expulsión del paraíso de la Casa Blanca previa rebelión del partido republicano- durante demasiado tiempo y a costa nuestra.
Eran tiempos previos a la reelección exitosa de Barack Obama. En 2011 el estado de Hawaii publicó su acta de nacimiento pormenorizada, dando al traste con la campaña cuyo principal orquestador fue el mismo Trump. Su ahora Némesis al que acusa de ser ejemplo viviente de US Fake News en su contra, el periódico Washington Post, le había extendido una invitación para participar -en calidad de invitado- a ese extrañísima institución VIP, que responde al apelativo de Cena Anual de Corresponsales de la Casa Blanca.
Tanto Obama…
… como el comediante Seth Myers se le fueron a la yugular, figurativamente hablando, al autócrata narcisista de Queens.
En ese mismo año el circense Trump se desistió de retar al demócrata para las elecciones de 2012, en las que el hawaiiano venció con holgura a la fórmula Mitt Romney / Paul Ryan (este último, hoy presidente de la Cámara de Representantes y enabler en el Congreso, junto al líder republicano del Senado Mitch McConnell, del energúmeno naranja).
Dicen los que lo conocen que la humillación pública al bufón de NY fue la gota que derramó el vaso de mierda contenida. Algunas publicaciones posteriores siguen sosteniendo la especie.
Tras su cara de palo y la combover (¿cortinilla?) descuidada, tal vez se incubó en la cabeza de Trump la idea de contender –seriamente, y en contra de los pronósticos- por la presidencia cuatro años después.
Desde ese remoto entonces Trump el Birther se ha empeñado en aniquilar -mediante la abierta descalificación y el vistoso desmonte- a Obama, buscando en la tarea ‘ponerlo de una vez en su sitio’. Como político redentor de la Segunda restauración supremacista pro-negocios blanca (en el periodo que se remonta a la Reconstrucción Norteamericana, de la derrota confederada de 1865 al año 1877), o de la Resistencia Masiva de legisladores y jefes políticos sureños en los años cincuenta, que frenó en muchos entidades los relativos avances obtenidos en la lucha por los derechos civiles que encabezaron miles de ciudadanos y un sector del poder judicial norteamericano.
El berrinche inicial de Trump, y su Obamafobia de duración indefinida, encuentra aliados digitales en fábricas de memes y tuits como el de su acólito digital Jerry Travone, creador del fotomontaje denominado Trump: Mejor Eclipse de Todos los Tiempos en donde un Drumpf siempre sonriente y a color opaca a su adversario, reducido éste a la irrelevancia bidimensional y apenas en foto blanco y negro.
No ha sido nunca, y menos desde el inicio de su administración secreto para nadie. La salida de los Acuerdos de París, o la más reciente decertificaciónanunciada del acuerdo nuclear con la República de Irán, o la anulación del mandato de controles natales e interrupción del embarazo en Obamacare y el relajamiento de políticas contra la discriminación racial desde el depto. de Justicia con el sureño Jeff Sessions, son ejemplos parciales que confirman la sospecha. Se acabó el Estado de Bienestar (o New Deal) rastreable a la época de Franklin Roosevelt, Bestia Negra del neofascismo republicano y de derechas ‘alternativas’, o lo que acaso quedaba de tras su destrucción gradual bajo Ronald Reagan, Bill Clinton y Bush padre e hijo.
Decirlo es una perogrullada, pero vale la pena repetirlo. La única meta de Trump, parece ser hasta el momento, es la efectiva demolición del legado del primer afroamericano en llegar a la presidencia. En su Mundo Bizarro, él es una suerte de AntiObama.
Quizá ese día de 2011, y entre tantas personas que se mofaron de él, tomó la que podría ser decisión más relevante, para desgracia colectiva, de todas nuestras vidas.
Es, entonces, la escenificación humorística más costosa de la historia: algo de la que sus promotores se arrepienten –demasiado tarde- hoy día.
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Sabrá Dios, o alguien que se le parezca, si no estemos presenciando (en llave mexicana) a un momento similar al de Trump en la cena ‘entre amigos’ de Washington en el ya remoto 2011.
Polvos de aquellos lodos. El Multiusos (y posible candidato PRI a Los Pinos en 2018 Meade), sirviendo a FCH en su sexenio. Aquí en evento presidencial, con Bruno Ferrari.
Como era de esperarse, Margarita Zavala Gómez del Campo ha dejado de pertenecer al partido de sus amores y el de su esposo, a partir de la semana pasada. Un diario de circulación nacional recoge opiniones de sus cercanos, en el sentido de que ella podría -con esta dudosa jugada maestra– desviar de 10 a 13 % de votos que habrían sido para ella si fuese candidata del PAN, y que no obtendrá Ricardo Anaya de ser él elegido por el denominado Frente Ciudadano. De ser atinados los cálculos, la pregunta necesaria sería: ¿podrían parar en las arcas del PRI, asumiendo que el candidato fuera el fervoroso neoliberal José Antonio Meade Kuribreña (ex funcionario del primer círculo calderonista, con buenas relaciones dentro de esa vertiente del instituto político conservador)? ¿Es ésta la tirada del binomio Zavalderón?
Las cohabitaciones previas de panistas distinguidos con Salinas, y la más directa que tuvo lugar durante el sexenio de Ernesto Zedillo, con Antonio Lozano Gracia –recomendado por el candidato pantalla de Salinas, Diego Fernández de Cevallos- encabezando la Procuraduría General de la República, y los posteriores sexenios perdidos, sugieren que no sería descabellado este escenario.