Grandes murallas de concreto, de metal o con picos en su cúspide se erigen en el desierto que comparten Estados Unidos y México. Visibles desde las polvorientas calles de la mexicana Tijuana, son los prototipos para el muro fronterizo que prometió el presidente estadounidense Donald Trump.
Estos modelos superan en altura al actual muro fronterizo, y son la materialización del profundo distanciamiento político entre México y su vecino del norte desde que Trump prometió construir un nuevo muro -pagado por México- para impedir el paso de inmigrantes ilegales, a quienes calificó de «violadores» y «criminales».
Por esta frontera de más de 3.000 km, una de las más dinámicas del mundo, transitan diariamente toneladas de mercancías comerciales y personas que viven y trabajan en ciudades limítrofes.
Pero también es puente para el tráfico de drogas, armas y personas.
«Los muros se brincan, (…) y si están más altos, se pueden agujerear o hacer túneles cómo ya quedó demostrado», opinó este sábado Sergio Tamay, presidente de la ONG Ángeles de la Frontera, que protege a migrantes.
La droga sigue pasando por toneladas porque «está la corrección que hay (que hacer) con su mismo personal» policíaco en la frontera, añadió, al acudir a la reunión del Consejo Estatal del Migrante en el estado de Baja California (noroeste), al que pertenece Tijuana.
México envía más del 80% de sus exportaciones a Estados Unidos, su principal socio comercial. Entre estos países, hubo un comercio de más de 480.000 millones de dólares en 2016.
Sin embargo, se encuentran enfrascados en una áspera renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que firmaron junto con Canadá. Estas discusiones surgieron a iniciativa del gobierno de Trump, que considera el pacto como el «peor» acuerdo jamás firmado por su país.
Si a Trump le interesa frenar la inmigración ilegal, primero «se debe atacar de raíz. Por ejemplo, vemos que los salarios se deben de igualar ¿Cómo es posible que en Estados Unidos las empresas paguen 10 veces más que en México?», cuestionó Tamay, asegurando que esto es lo que incentiva la búsqueda del sueño americano.