Estratégicamente desde Estados Unidos salió el análisis sobre los Estados fallidos que son países dónde se justifica la intervención porque no pueden con la inestabilidad generada por los poderes coloniales y neocoloniales.
Como muchos de los intentos académicos cargados de ideología e intencionalidad política, el análisis buscó completarse con indicadores; si los indicadores eran insuficientes se subsanaba la falla creando un ordenamiento que ponía a los países en diferentes categorías.
Muchos académicos adoptaron el análisis igual que adoptan las modas musicales del imperio sin mucha revisión crítica y los comentocratas repitieron como pericos lo que creían entender. ¿Qué hacer? El oficio no les da para más.
Comentando sobre Estados Unidos, Antonio Hermosa, un experto en los clásicos que entiende muy bien el presente me decía: en Estados Unidos hay una sociedad fallida, solamente ve a quién eligieron como presidente.
En realidad Trump perdió la elección según cualquier sistema de elección directa, pero la ganó gracias a un sistema de elección indirecta que fue manipulado para inclinar los resultados artificialmente. En Estados Unidos eso se llama gerrymandering y consiste en manipular los distritos electorales para que los resultados sean a favor del que diseña el distrito. Este ejercicio excluye a segmentos sociales muy importantes y los condena a carecer de representación. Se cumple el principio de taxation without representation, o sea, pago de impuestos sin representación, cuya consecuencia es que el contribuyente carece de voz para determinar que se hace con su dinero, aunque se use en su contra.
Ambos partidos jugaban al juego del que gana toma todo. Mientras la sociedad fallida se cruzaba de brazos viendo como su voluntad era arrebatada impunemente. En un país que dice ser la mayor democracia del mundo, la abstención electoral en elecciones municipales supera al 80%.
El modelo de elecciones en base al colegio electoral implica que el partido que gana la mayoría se lleva todo. Un partido que gana un estado, aún sea por un voto se lleva todos los votos del colegio electoral despojando a la minoría aunque haya fraude electoral; así se da el caso como en 2016 que un partido que pierde la elección se lleve todo, o sea la presidencia y con ella la posibilidad de recomponer las condiciones nacionales e internacionales y no necesariamente con los mejores resultados esperados. Mientras la sociedad fallida escucha aterrorizada las bravatas del presidente que pueden llevar al inicio de una guerra cuyos resultados cambiarán al mundo y no necesariamente en una buena dirección.
El triunfo impune de la manipulación electoral provoca que se pueda inclinar el poder legislativo, que a su vez modifica el judicial, nombrando a los jueces de la suprema corte, lo que forzará diversas pautas y conductas por las próximas dos generaciones. El nuevo ministro de la corte durará en el puesto por lo menos 20 años, durante los que impondrá una agenda de ultra derecha atentatoria contra los derechos de las mayorías. Y al parecer tienen la oportunidad de nombrar a otros dos radicales de derecha. La sociedad fallida mientras tanto verá como se desmantela una estructura de beneficio social que pensó sería inamovible y permanente.
Con la manipulación electoral se insertó como factor de poder un grupo radical e intransigente cuya característica principal es el delito de odio. Ver el mapa de grupos y acciones de odio en Estados Unidos da escalofrío y pavor (https://www.splcenter.org/hate-mapgclid=CjwKCAjw87PNBRBAEiwA0XAIr2KkCnh1VJ8a6PEpT9J2bejgrbUsTlFUEYJ4tNNkae_W1ZeIDiQX3xoCDdAQAvD_BwE). Se odia a todos.
El presidente de minoría dice que los neonazis también son buenas personas, pero como le respondió la Anti Defamation League: “los neonazis no son buenas personas”, son receptáculos de odio y maldad. Queda claro que la disfunción del sistema político permite que estas aberraciones sucedan, y no deja de sorprendern el silencio de la sociedad, tal vez porque es fallida.
En honor a la verdad y la justicia hay que reconocer que hay grupos sociales preocupados por estos fenómenos, hay voces que se levantan en contra de la anomalía del sistema electoral, pero el vecino se cruza de brazos ante el grupo anti algo que actúa a su lado y no se organiza para promover una agenda que responda a sus deseos, cree que al no ir a votar las cosas se arreglarán en la próxima elección, cuándo el gran dinero se incline promoviendo agendas egoístas y muy particulares. Ese vecino prefiere su cerveza y embotarse de deportes televisados, es parte de la sociedad fallida.
Habrá quién explique que es una sociedad enajenada y lo es, lo que por ningún motivo la disculpa al fallar para auto gobernarse, lo que es en última instancia la democracia.