Algún ingenioso cambió el slogan Moviendo a México por Hundiendo a México. La metáfora es realidad porque están abriéndose socavones por todos lados.

Socavones físicos. Después del socavón del carísimo Paso Exprés por el que no ha habido y tal vez no habrá consecuencias, surgieron otros en Ciudad de México y Ciudad Juárez. El pavimento se hunde al desaparecer el suelo firme que debe tener debajo. Al parecer una causa es un mal manejo del agua (sucia o potable) que reblandece la tierra y el buen manejo de la corrupción que reblandece los materiales y la calidad de las obras.

Socavón económico. La economía no despega, un magro crecimiento del 2% es insuficiente para ocupar a la mano de obra desempleada y no crea oportunidades a los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo. Con la presión de Trump que crecerá si no lo tira el fiscal Mueller ahondara el hoyo porque se alejará alguna inversión extranjera. Desde el año 2,000 México se ha hundido del 9 lugar mundial al 14, tal vez por la destrucción del mercado interno debido a bajos salarios y la derrota ante el embate exterior por una ruinosa política comercial, y el refuerzo de la corrupción que hundió a PEMEX, CFE, Mega estafas y el botín en los Estados. Para asegurar el hundimiento, para el 2018 el gobierno envió un presupuesto que sirve para pagar deuda, financiar partidos políticos, reforzar el aparato represivo y dejar incólume el año de Carranza porque el de Hidalgo ya no alcanza; el representante panista dice que es una propuesta recesiva pero votará por ella porque así se lo mandará la partidocracia que a cambio negociará alguna infamia.

Socavón legislativo. Los políticos mexicanos son tan creativos que han dado al traste con la teoría de la representación. Una maniobra reciente en la Cámara de Diputados es materia de estudio. El PRI ha inflado al Partido Verde para conven$erlo de seguir como su aliado y que le aporte magros votos que son definitorios. En la última conformación de la mesa directiva en la cámara de diputados el PRI le “prestó” cinco diputados a los verdes para que pudieran tener una vicepresidencia, eso logró que MORENA no pudiera convertirse en la tercera fuerza. Resuelto el proceso los diputados volvieron a su fracción y MORENA ganó ese lugar sin tener el espacio que le corresponde en el gobierno de la cámara. Entre los muchos problemas que esto presenta es que los diputados se mueven entre fracciones de una forma distinta a como fueron electos. Lo mismo sucede en la Cámara de Senadores, dónde las fracciones se han descompuesto al grado que el PT ya es la tercera fuerza. Aunque originalmente la gente no votó ni por MORENA ni por el PT (Partido Tranza).

Algunas voces han sugerido que si un legislador no está conforme con el partido con cuyas siglas ganó, lo correcto es que renuncie a la curul y le de la oportunidad a la gente de determinar como quiere ser representada. Pero como el hueso es muy fuerte como para dejarlo de roer, esto podría cambiarse con una consulta a las bases en el distrito electoral. Pero ninguna se hace.

Aquí surge un segundo problema esencial. Un 40% de la cámara no fue electo por nadie, responden a negociaciones de las partidocracias, de esto sabe muy bien Javier Corral que no ganó ninguna elección y llegó a manejar comisiones muy importantes.

El tercer problema es que el control del trabajo legislativo se ha transferido a las partidocracias. Ahora mismo se encuentra acéfala una comisión importante en el Senado porque el PAN no ha decidido si se la devuelve al auto confesado corrupto Lozano o si se la entregan a un allegado del presidente del partido.

Aunque la gente rechaza a los diputados porque los ve como corruptos y poco efectivos, ahora tiene el agregado de que sabe no la representan, sino que se mueven como peones en un juego de ajedrez que se determina en espacios obscuros representando los intereses de la cleptocracia.

La queja típica es que los diputados nunca vuelven a sus distritos y llaman la atención aquellos que lo hacen por ser una anomalía. Para atemperar la queja abren oficinas de atención ciudadana y gestión, convirtiéndose en coyotes institucionales pagados con recursos públicos.

El socavón legislativo se agranda a cada paso y no hay peritaje que pueda resolverlo. Si el de la carretera de Cuernavaca quitó dos vidas, el legislativo impacta a 130 millones de mexicanos y a una gran mayoría la despoja de su futuro. Y detalle menor, despedaza la muy frágil democracia mexicana.

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