En las mesas dónde me piden un diagnóstico sobre el país me preguntan: ¿Qué hacer para resolver los problemas del país? La respuesta es muy complicada y mucho más para mesas de café.
Mucha gente piensa/desea soluciones inmediatas que usualmente son parciales e insuficientes porque propician parches. Las soluciones de corto plazo difícilmente impactan la estructura que ha sido afectada por las anomalías que se volvieron problemas estructurales, o sea que afectaron los elementos que sostienen a la economía, la sociedad y la política.
Después de publicar mi libro Los Grandes Problemas Nacionales, versión siglo XXI, me reclamaron que escribiera las soluciones.
Un año después publique Las Grandes Soluciones Nacionales, donde plantee una agenda nacional. Sobra decir que a los políticos les interesó poco, tal vez porque sus agendas son limitadas y a muy corto plazo. Usualmente hay un interés en la próxima elección, y un planteamiento que modifica la estructura se ve con recelo y hasta miedo, porque se tiende a romper elementos que sostienen a la realidad provocando incertidumbre, inclusive para la próxima elección.
En una ocasión le propuse al Procurador de Justicia de Chihuahua aplicar un análisis de redes para atender el problema de la criminalidad era. Le dije:
– A cada detenido que ustedes torturan pídanle el nombre de sus tres amigos, y veremos cómo se configura la red del crimen, tendrá usted los nombres de los actores centrales y actuando contra ellos podrá desmantelar pandillas completas.
La respuesta del procurador fue que era muy caro, aunque nunca hable de precio, yo lo iba a hacer gratis.
Un amigo me dijo:
– No le quiso entrar porque a la mejor se encontraría ahí.
Es posible que su nombre no aparecería, pero sin duda que saldrían nombres que a él no le interesaba se conocieran y muchos menos en un estudio científico.
Una solución barata descompondría un juego medianamente regulado, lo que al parecer no interesaba demasiado y luego se descompuso más.
Desde la caída de Richard Nixon se ha popularizado plantear la idea de seguir el dinero ante un gran problema, lo que usualmente funciona.
Cuándo se habla de los grandes problemas del narco y la corrupción, que muchas veces van de la mano, la salida es el dinero.
Para enfrentar al huachicol, aunque muy tarde, al gobierno se le ocurrió lanzarse a revisar a las gasolineras para ver si vendían combustible robado.
Si el gobierno tiene inteligencia, que debería tenerla, sobre los criminales, bastaría con empezar a intervenir sobre sus finanzas. Si el gobierno tiene noción sobre los mecanismos de lavado de dinero, deberá intervenir para detectar las grandes fortunas ligadas al crimen.
Hasta ahora el gobierno se enfoca en los centavos para descuidar los pesos o en los árboles para no ver el bosque. Los bancos reportan las operaciones de cierta cantidad, mucho de lo cual es producto de operaciones legítimas, así distraen la atención, porque se abruman con miles de operaciones legítimas y pierden de vista las ilegítimas. ¿Deliberado?
Un punto son las remesas del exterior. Ni la demografía ni el empleo de los migrantes explican los miles de millones de pesos que se importan, lo que sugiere que dinero sucio utiliza los mecanismos de entrada de dinero legítimo, pero eso no se toca porque equilibra la macroeconomía y el gobierno lo presenta como gran éxito.
Hacienda declara con periodicidad los negocios derivados de las facturas falsas, pero no se hace nada, porque el principal cliente de éstas es el gobierno.
Para una economía que difícilmente crece al 2%, en todo el país surgen como hongos gran desarrollos de lujo, que en muchos casos no alcanzan a venderse en su totalidad. Un desarrollo de esos en Chihuahua es famoso por el elevado nivel de desocupación. ¿De dónde sale el dinero para esa construcción? Mucho sin duda es legítimo, ¿y el resto?
En todos los casos siempre veremos que detienen a alguien muy menor lo que les permite mostrar que están actuando. Detienen a un evasor de impuestos, a un capo del narco, a un político corrupto, lo que es una cubierta perfecta para no frenar los mecanismos de corrupción, lo que facilita que permanezca la impunidad.
Debilitar la capacidad financiera del crimen y la corrupción es fundamental y es un magnífico primer paso. Ahora sí y aunque suene a cliché, debe hacerse caiga quien caiga.
A México le urge recomponer la ética societaria y arreglar el tejido político. Y posiblemente este sea el gran primer paso, aunque sea muy complicado. Debe llegar el Hércules que limpie los establos de la política que son verdaderos chiqueros. Sin este paso todo lo demás será ilusorio y fuente de decepción.