Quisiera empezar por decir que la q es un caso especial en la gestación del alfabeto: además de ser su decimoséptima letra y decimocuarta consonante, es la acérrima enemiga de la K, suena /K/ con cualquier vocal por delante y su nombre es /KU/. este enigma fonético nos ha seguido desde la mismísima época clásica, cuando los latinos la rescataron del olvido donde los griegos la habían dejado.
El sonido /k/ es velar si después se encuentra una a, una o, o una u, pero se acerca a lo palatal si le siguen la e o la i. Velar en las combinaciones ca, co, cu, pero palatal en que, qui. A tal grado es impuesta y forzada su presencia en el abecedario, que la q sola no existe en español, debe usar muletas, y es gracias al famoso sacrificio fonético de la u enmudecida que la q suena en las sílabas que y qui.
Pero regresemos un poco al pasado y averigüemos de dónde vino a salir esta intrusa, que por más bonita y por más colita que tenga usurpó el lugar de la k. Su origen es sumerio y para esta cultura, como para los egipcios, significaba «mono»; y para los cretenses este mono hasta orejas tuvo. En otra versión, Philip B. Meggs asegura que esta letra significa ojo de aguja, y también podría serlo. Se trata de la kof de los fenicios y la koppa para los griegos, quienes eliminaron su uso antes de que la Grecia clásica conociera su esplendor. Sin embargo, la q permaneció en dialectos occidentales, probablemente en el de Cumas, de donde los romanos la deben haber rescatado, para desgracia de la k, que para entonces había dominado la escritura. Los latinos nos legaron la Q mayúscula, y la caligrafía nos legó la q minúscula, con su pancita y su colita.
La q se utiliza en muy pocas palabras del español, pero su uso es muy frecuente debido al pronombre relativo que y sus más de 25 distintas acepciones incluidas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
Se preguntará, querido lector, si en algún momento esta minucia sobre la q se hará más amena, si la historia mejorará, si mencionaré a Unamuno tratando de sacarla de las filas del abc o si mencionaré sus usos extraortográficos, pero me es imposible, porque a la q no le pasó nada, y si ha permanecido, con su que y su qui, hasta nuestros días sin haber sufrido lo que otras letras han padecido, es porque la q es una letra con influencias. Es decir, es latina y la cultura latina ha ejercido su poder a lo largo de los siglos, cautivando a lingüistas e intelectuales, quienes la han alentado como a un pequeño que va por primera vez a la escuela: «vamos querida, vamos, que sólo tienes que lidiar con la e y la i».
Entonces, querido lector, si se pregunta de nuevo «¿esta letra es aburrida?» la única respuesta que puedo darle es sí, porque es una verdad innegable que la q parece y es aburrida.