Uno trata de racionalizarlo. Bueno, es que ya le toca. Los panistas, después de dos sexenios, no pudieron resolver muchos problemas nacionales. Luego regresaron los priistas, prometiendo que habían cambiando, pero sus grandes reformas quedaron eclipsadas por la maldita corrupción. Sólo falta que la izquierda gane la Presidencia para ver si podemos tener un gobierno honesto y eficaz. Además, gente sensata e inteligente lo apoya. Alfonso Romo o Esteban Moctezuma, por ejemplo. O los que lo defienden en mi programa –Gerardo Esquivel, Andrés Lajous o Gibrán Ramírez– con quien es un placer debatir. Eso tranquiliza. Y a veces se percibe que ya aprendió de sus errores pasados: habla de reconciliación y amor fraternal. ¿Será que no tenemos de qué preocuparnos si esta vez gana?
Pues no. Debemos preocuparnos y ocuparnos porque ahí sigue su peor cara, la autoritaria, la intolerante, la que no cree en la pluralidad, la que polariza, la que ve al mundo de manera maniquea, la de los buenos que están conmigo y los demás que son una porquería: corruptos, vendidos, mafiosos.
El jueves me dirigía a Fórmula a hacer mi comentario en el noticiero de José Cárdenas. Pepe estaba entrevistando a López Obrador. Como siempre, el tabasqueño repetía sus clichés. Hasta que el conductor le preguntó si Morena aceptaría su derrota en caso de perder la elección del Estado de México. Era una pregunta relevante tomando en cuenta los antecedentes del personaje: alguien que nunca ha aceptado una derrota en las urnas. López Obrador comenzó a calentarse. Le “sugirió” al periodista que no hiciera ese tipo de preguntas sino otras. ¿Cuáles? Las que él quiere. Por ejemplo, ¿qué van hacer si ganan el próximo domingo? Y contestó: organizar fiestas en las plazas para bailar Despacito.
Cárdenas le agradeció las “clases de periodismo” y continuó con su tarea: hacer preguntas incómodas. ¿Qué decir, por ejemplo, sobre su alianza con Elba Esther Gordillo? De nuevo, una pregunta justa tomando en cuenta el apoyo que ha recibido Delfina Gómez de Rafael Ochoa, empleado de toda la vida de la “maestra”. Ahí está, también, la foto de la candidata saludando al yerno de Gordillo. López Obrador, empero, se enojó. Acusó a Pepe de calumnias y lo “conminó” a ser un periodista de los “buenos, de los independientes, de los libres”. Lo estaba acusando, en una nuez, de vendido por haberle hecho una pregunta que le disgustó. La entrevista terminó de mala forma.
Pepe es un periodista que busca que se escuchen “todas las voces” en su noticiero. Le ha abierto el micrófono a López Obrador cuando éste era un don nadie o necesitaba ayuda. Ahora, envanecido, el tabasqueño lo insulta por hacerle preguntas perfectamente lógicas pero incómodas. La bronca, sin embargo, no es sólo contra Pepe. Es contra todo aquel que no esté con él. Recordemos que le dijo “traidor” a su propio hermano porque cometió el “pecado” de haber apoyado al PRI en las pasadas elecciones de Veracruz. A mí no me gustan ni las ideas ni las propuestas de López Obrador y, sin embargo, nunca tildaría de traidores a los muchos familiares, amigos y colaboradores que simpatizan con AMLO. Me parecería una aberración porque creo en la pluralidad y la tolerancia. No así el dirigente de Morena.
Si se comporta de esta manera como candidato, imaginémoslo como Presidente con todo el poder del Estado. ¿Qué va a hacer si le disgusta la oposición en el Congreso? ¿O si le decepciona una sentencia de la Suprema Corte? Ya ni hablar de lo que haría con comunicadores y comentaristas que no estemos de acuerdo con sus dichos y acciones.
A López Obrador claramente sus adversarios lo están atacando y provocando. Eso es, también, algo común y corriente en las democracias. El problema es que él no sabe cómo reaccionar. Cuando se siente amenazado, saca los colmillos y aparece su peor faceta: la autoritaria. La que polariza. La que considera a su hermano traidor por apoyar a un partido diferente. La que insulta al periodista por hacer preguntas incómodas. La que ve al mundo dividido entre buenos (ellos) y malos (todos los demás).
Cuando veo ese López Obrador, claro que me preocupo. ¿Un tipo así en la Presidencia? Híjole…Yo, por lo pronto, seguiré organizando debates sobre puntos de vista distintos, a favor y en contra del gobierno, como lo he hecho hasta ahora, aunque al Presidente en funciones no le guste, se enoje y utilice la fuerza del Estado para callarnos. Puede ser que López Obrador gane y acabe siendo un Presidente autoritario. Pero los que estamos a favor de la democracia liberal no nos vamos a dejar. Ya parece… Mientras tanto, mis respetos a Pepe Cárdenas por hacer bien su chamba y evidenciar la peor faceta de López Obrador.
Twitter: @leozuckermann