En la página oficial de la Casa Blanca puede leerse ya en un breve texto: «Recuperaremos puestos de trabajo y crecimiento económico”. Trump promete aumentar la tasa de crecimiento económico a un cuatro por ciento anual y crear 25 millones de puestos de trabajo en los próximos diez años. Interesante es, sin embargo, no lo que dice el texto, sino, lo que no dice.
Durante la campaña electoral, Trump prometió implementar un programa de inversiones de mil millones de dólares, sobre todo en infraestructura. Esa promesa electrizó a los mercados de acciones y capitales, que reaccionaron con euforia. Pero, en la página web de la Casa Blanca no se habla más de un programa de inversiones. El genial plan de Trump para hacer crecer la economía se limita ahora a una rebaja de impuestos y la reducción de la burocracia. Además, anunció que simplificará la legislación fiscal, para «desencadenar” la economía y «crear millones de puestos de trabajo”.
Globalización, ¿la culpable?
Trump le echa la culpa de la pérdida de puestos de trabajo en Estados Unidos a la globalización, el libre comercio y los tratados comerciales que, según él, son desfavorables para los Estados Unidos y provocaron un éxodo de empleos a países de sueldos bajos.
Esa argumentación es doblemente peligrosa. Primero, porque no fue la globalización, sino la racionalización, la automatización y la producción flexible las que costaron la mayoría de los puestos de trabajo. La Reserva Federal, el banco central de EE. UU., calculó que en los últimos 40 años, la producción industrial aumentó en el país en un 150 por ciento, pero que, en el mismo periodo, el número de puestos de trabajos en la industria se redujo en un tercio.
Segundo, esa argumentación es peligrosa también porque sugiere que con renegociaciones de acuerdos comerciales puede darse vuelta atrás la rueda y hacer retornar puestos de trabajo, de ser necesario, con aranceles de castigo. A primera vista, parece haber funcionado, cuando la industria automotriz estadounidense aparentemente detuvo planes de inversión en el extranjero y prometió crear nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos.
Para llenar el ojo
Las estrategias de los grupos económicos y las decisiones de inversión, sin embargo, no son desarrolladas de hoy para mañana. Son producto de una larga cadena de procesos de toma de decisiones. Los fabricantes de automóviles solo anunciaron en el momento adecuado los planes que, de cualquier forma, ya tenían previstos para Estados Unidos. Eso hace ver al presidente como ganador, a pesar de que no será creado ningún puesto de trabajo que no estuviera ya previsto. Es solo para llenar el ojo.
Trump debería tomar también en serio las insinuaciones de China de que, de ser necesario, no tendría problemas en librar una guerra económica con Estados Unidos. A ella se llegaría en caso de que Trump, como anunció durante su campaña económica, declare a China un «manipulador de su moneda” e imponga a productos chinos aranceles de hasta un 45 por ciento. Eso llevaría a la sustitución de una serie de encargos chinos de aviones Boeing por compras de Airbus europeos y una reducción de las ventas de automóviles e iPhones estadounidenses en China. Así no se crean puestos de trabajo en Estados Unidos.