La historia de este pequeño país llamado Israel, creado en un territorio mayormente desértico, no para de contarnos enormes desafíos. Uno de los más grandes (después de los temas de seguridad) es el agua potable: las grandes sequías, y cómo abastecer a una población creciente junto a una agricultura necesitada.
Lo que para muchos países hubiera sido una catástrofe, para Israel ha sido fuente de inspiración tecnológica, que ha beneficiado a casi todos los países del mundo.
Cultivos de varios alimentos han pintado de verde a los más áridos desiertos, zonas en las que nunca había crecido nada y solamente se conocían arena y piedras. Incluso el famoso libro Guinness fue testigo de esto cuando en 2013 agregara a “Godzilla”, el pimiento verde más grande del mundo, que pesando más de medio kilo, fue cosechado en pleno desierto de Israel.
Pero la cereza sobre el pastel que ha puesto
a Israel en un lugar nunca antes soñado es la nueva planta desalinizadora en el sur del país. Ya en 2014, IDE Technologies, empresa israelí especializada en el tratamiento de agua, anunciaba que la planta de desalinización en Ashkelon, había marcado un récord mundial en producción, más de mil millones de metros cúbicos de agua potable de alta calidad habían sido obtenidos desde el comienzo de las operaciones en el año 2005.
Esta instalación se convertía así en la planta de desalinización más moderna y grande del mundo, con capacidad de hasta 330 000 m3 por día. La planta además ha logrado uno de las precios más bajos para el agua desalinizada, y en el 2010, luego del éxito palpable, se expandió en un 20%.