¿Qué dota de significado a la vida? Para el undécimo Conde de Creixell y Barón de la Pobadilla, el empresario, visionario y galán Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, la respuesta son los proyectos. Son estos los que plantean retos y metas, en los que se han basado el éxito de la bodega Marqués de Murrieta, misma que empezó a dirigir tan sólo a sus 26 años. Estar al frente de la primera y más antigua bodega de toda Rioja, fue una responsabilidad impuesta después de la sorpresiva muerte de su padre. Pero ya sea que se le considere como herencia obligada o buena suerte del destino, Vicente ha sido el pilar de la nueva imagen y la completa renovación de la bodega centenaria.
A su cargo, los vinos de Marqués de Murrieta son tan nobles como los títulos de Vicente, lo que los ha convertido en un referente mundial. En su elaboración, se controla la producción y calidad de todo el proceso, desde la selección de las uvas, su paso por barrica y hasta su embotellamiento. A estos factores físicos se suma el factor humano, liderados por la dedicación del conde de vincular el concepto de familia a la esencia de su proyecto, así como guiarse bajo grandes estándares en todo lo que hacen.
Un ejemplo de los principios que rigen las acciones de Vicente Dalmau, es la monumental reedificación del Castillo de Ygay, que fue desmantelado y reedificado piedra por piedra, y será concluida a tiempo para la vendimia del 2017. En esta obra se plasman los ideales del trabajo, trabajo en equipo y conjugar lo moderno sin olvidar los orígenes: son vinos que continúan siendo personales, guardianes de la historia de Rioja.
Como vinos herederos de su historia y de su presente, son representantes de la potencialidad de la zona vinícola riojana. Ya que las uvas con las que se elaboran provienen de la vid, una planta, un ser vivo, deben ser tratadas con el ánimo que se espera que transmitan en copa. Es necesario que sean son cosechadas y tratadas en un ambiente tranquilo y armónico, no en uno alterado y lleno de nerviosismo. Pero no por ello, el conde maneja sus negocios con solo tranquilidad, sino que canaliza sus inquietudes hacia nuevos proyectos en paralelo.
Entre sus múltiples reconocimientos, la bodega ha conseguido la perfecta puntuación de 100 Puntos Parker en Nueva York con su Castillo Ygay Blanco Gran Reserva Especial 1986; en la Guía Peñín su Castillo Ygay obtuvo 95 puntos, Dalmau se engalanó con 94 puntos, Pazo Barrantes mereció 93 puntos, el blanco Capellanía alcanzó los 93 puntos, y su tinto Marqués de Murrieta obtuvo 92 puntos, además de la certificación de máxima calidad, otorgada por la calidad de sus cultivos, de sus viñedos, y por el proceso de elaboración, crianza, embotellado y comercialización de sus vinos.