Donald Trump comenzó su asalto a la Casa Blanca ofendiendo a 35 millones de mexicanos y mexico americanos en Estados Unidos (11 millones de ellos ilegales, el 3,5% de la población).
El discurso donde los llamó violadores y delincuentes marcó su campaña en México, un país que comparte 3.000 kilómetros de frontera común y que diariamente comercia 1.400 millones de dólares con su vecino del norte. Los mexicanos fueron convidados de piedra en la elección.
Vieron a su agresor pasearse por Los Pinos, invitado por el presidente Enrique Peña Nieto. El encuentro dejó sentimientos negativos en el 88% de los mexicanos, según sondeos de opinión. Las encuestas recientes han generado preocupación en el país.
Los analistas creen que un triunfo republicano podría generar una catástrofe en la economía mexicana, disparando la inflación y depreciando al peso.
EL PAÍS consultó a seis mexicanos sobre un eventual triunfo de Trump.
Arturo Sarukhan, exembajador de México en Washington: “Podría detonar un sentimiento antiestadounidense en México”
Hay un par de buenas noticias. La relación bilateral entre gobiernos se ha modernizado e institucionalizado de tal manera en los últimos 15 años que tomará más que la demagogia y xenofobia de Trump para descarrilarla. A pesar de la flatulencia y la retórica antiamericana del candidato, la mayoría de los mexicanos, según una encuesta reciente de Latinobarómetro, mantiene una percepción positiva sobre su socio norteamericano.
Una presidencia Trump haría de EE UU un país más insular, menos prospero, más inseguro. Eso afectaría a México y sus intereses. La llegada de un demagogo xenófobo sería muy preocupante, amén de lo que la historia nos muestra ha ocurrido cuando éstos llegan al poder mediante elecciones democráticas. Obligaría a replantear profundamente la arquitectura dual de prosperidad y seguridad construidas con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y después del 11 de septiembre, en detrimento del bienestar de ambas naciones. Además, podría detonar un sentimiento nacionalista antiestadounidense en México que poco a poco se ha ido desterrando del discurso político y el imaginario público.
Elena Poniatowska, escritora: “Los ricos y poderosos estarían en jauja”
Con un triunfo de Donald Trump volvería a tener muchísima fuerza el dinero. Los ricos y los poderosos estarían en jauja. La oligarquía estadounidense y las grandes empresas norteamericanas se convertirían en los verdaderos presidentes. Serían ellos quienes mandarían, aunque eso no quiere decir que no manden ahora.
Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM: “Solo nos aceptaría como subordinados”
No sería una buena noticia para el mundo y México no es la excepción. Al contrario. Más allá del muro –que pienso que efectivamente trataría de construir– su narcisismo lo hace ser muy complicado: autoritario, tramposo, tratando de sacar ventaja siempre. Creo que solo nos aceptaría como subordinados y eso en la medida en la que estuviéramos dispuestos a obedecerlo. Puede que la política le obligue a cambiar algo las formas, pero no creo que cambie el fondo. Eso está profundamente arraigado en su personalidad, en su forma única de ver al mundo: por el estrecho agujero del dinero, el poder y la intolerancia.
Gael García Bernal: “Gane quien gane el daño está hecho”
Sería terrible para México. Tenemos un Gobierno y un presidente desinflados, con un alud interminable de vergüenza e incompetencia. No tenemos figura en la política que pueda hacerle frente al movimiento irracional que ocupó al partido republicano y desenmascaró la hipocresía de los demócratas. Aún si gana Hillary el daño ya está hecho. Hay niños mexicoamericanos de ocho a doce años creciendo en Estados Unidos que están escuchando a un candidato a la presidencia decir que sus abuelos o sus padres son criminales, violadores o narcotraficantes. Ese punto de vista ya existe abiertamente en Estados Unidos.
El Gobierno mexicano tiene una deuda gigante con todos los que se fueron a vivir a EE UU. Con profunda incompetencia demostró que ni siquiera puede defender la dignidad de los mexicanos. Eso es lo peor que puede suceder. No sabemos qué puede hacer la calabaza de Halloween marca Trump en nuestro panteón teniendo un gobierno que no nos defiende.
Consuelo Sáizar, editora: “La misoginia tendría permiso”
El triunfo de Donald Trump sería una derrota en todos los frentes para las mujeres. Su conducta reiterada permite adivinar que su llegada a la presidencia abriría espacios de permisibilidad para la misoginia. La misoginia tendría permiso. El arribo de Trump daría legitimidad a la agresión irracional a las mujeres. Golpear sería cuestión de método. La posposición ilimitada de la agenda de la igualdad sería una realidad. Estamos convencidas de que con el triunfo de Donald Trump comenzaría una etapa de lo que en México llamamos días de guardar. Serían días de luto y de inconcebible tristeza e indignación. Sería una etapa de invisibilidad para lo femenino y de segregación para los gineceos que han basado sus triunfos en esfuerzos y lágrimas. Un triunfo de Trump sería la confirmación de que el futuro femenino corre el riesgo de ser trasladado del centro a lo marginal.
Álvaro Enrigue, escritor: “La llegada de Trump a la Casa Blanca sería más dañina para EE UU”
Tal vez se deba a que en los últimos 20 años he vivido más tiempo en Estados Unidos que en México, pero pienso que la posible llegada de Trump a la Casa Blanca sería mucho más dañina para el país en el que vivo que para el que extraño tanto. Una mayoría conservadora en la Suprema Corte lanzaría al país de regreso a las cavernas, el proyecto de recaudación republicano nos conduciría a una debacle financiera como la de 2008 y el nivel de encono que generaría un presidente tan divisivo nos dejaría de vuelta en el abismo de la hiper violencia política y racial de los años setenta y ochenta. En una carta escrita en los años cincuenta y que cito de memoria, William Burroghs dijo a Jack Kerouac que no había que preocuparse por la seguridad en la ciudad de México porque los mexicanos solo le hacen daño a otros mexicanos. El dictum se invierte por estos días: cuando el resentimiento obra como programa político, los estadounidenses le hacen daño, sobre todo, a los gringos.