¿Puede ganar Donald Trump la elección y alcanzar la Casa Blanca? Es la pregunta más repetida desde que el magnate neoyorquino venciera las primarias republicanas, destrozando todos los pronósticos. Como si de una montaña rusa se tratara, la campaña presidencial arrancó con un favoritismo indiscutible de Hillary Clinton, en los primeros meses; derivó en el empate técnico que llegaron a registrar las encuestas tras el verano, en un momento de extrema debilidad de la demócrata y de creciente auge del candidato republicano, y ha vuelto recientemente a abrir la brecha de siete puntos (de media), que sitúa otra vez a Clinton claramente en cabeza.
A pesar de todo, la respuesta sigue siendo sí. Lo tiene muy difícil. Está con la desventaja más grande de un candidato en décadas, a estas alturas. Pero la mayoría se mantiene aún en la prudencia, consciente de que esta inédita campaña, cargada de desagradables sorpresas, puede que aún no lo haya dicho todo.
El Thomas & Mack Center de la Universidad de Nevada, Las Vegas (UNLV), acoge este miércoles el último debate. Como los dos anteriores, tendrá lugar a las nueve de la noche hora de Washington (seis de la tarde, hora local, y tres de la madrugada del jueves en España), y durará una hora y media. Moderado por Chris Wallace, de la cadena Fox, se vuelve al formato del primero: preguntas del periodista y cara a cara, con réplicas y contrarréplicas entre ambos. Estas son las claves:
Trump, más outsider que nunca, denunciará «amaños». A diferencia de los dos primeros encuentros, el candidato republicano llega con clara desventaja en los sondeos y sin nada que perder. Si en los otros debates, las dudas estaban en si se mostraría o no presidencial, el magnate ya ha roto la baraja. Sus destinatarios son sobre todo sus fieles, por lo que se mostrará como un azote del establishment que representa Hillary Clinton. Y volverá a denunciar que, haga lo que haga, la elección está amañada para que gane la demócrata.
Clinton, conservadora, expondrá menos y estará a la defensiva. La candidata demócrata está dosificando cada vez más sus apariciones públicas, que lleva a cabo de manera selectiva. Su amplia ventaja le permite salir a conservar y a exponer poco, básicamente hurgando en la herida del pasado sexual de su rival e intentando resaltar el contenido positivo de lo que ella plantea: el futuro de los niños estadounidenses a través de la mejora de la educación, mejoras sociales y un plan económico para las zonas industriales deprimidas, donde la competencia con su contrincante está siendo feroz.
Los efectos de las denuncias sexuales contra Trump. Si el segundo debate estuvo muy condicionado por las acusaciones contra el magnate, quien a su vez compareció con cuatro mujeres que habían denunciado años atrás al expresidente Bill Clinton, está por ver si vuelve a acaparar o no la última contienda. Ello dependerá del acento que ponga el moderador en un asunto que rompió la campaña en un momento de incertidumbre.
Los e-mails de Hillary y la última baza del magnate. El escándalo del uso de un servidor privado por la entonces secretaria de Estado ha desgastado a la candidata demócrata, pero no se ha convertido en determinante para la marcha de la campaña presidencial. Trump utilizará hoy las últimas informaciones sobre las presiones del Departamento de Estado al FBI para que sus correos no fueran considerados «clasificados» y rebajar así la dimensión del asunto. El candidato republicano ha basado toda su campaña en que Clinton es «una corrupta», y este ha sido uno de los grandes asuntos para demostrarlo. La desconfianza de los estadounidenses en ella ha sido creciente.
La ofensiva de Trump contra los medios y el moderador de la Fox. El candidato republicano ha entrado en una ofensiva sin precedentes contra los principales medios de comunicación de Estados Unidos, que considera «corruptos» y en ayuda del establishment que representa Hillary Clinton. Si en los dos debates anteriores Trump echó en cara a los moderadores su parcialidad, es una incógnita lo que puede ocurrir hoy. Chris Wallace, periodista de la cadena conservadora Fox, está siendo acusado en algunos círculos de simpatías hacia el republicanismo, lo que en teoría le podría favorecer. Sin embargo, otros apuntan que puede ser peor aún para Trump, ya que la Fox es propiedad de Rupert Murdoch, cuyo rechazo público del magnate como hipotético presidente es bien conocido.
La ruptura de Trump con el Partido Republicano. No es previsible que el magnate utilice el debate para profundizar en la crisis. Los últimos días ha moderado sus duras críticas hacia la falta de apoyo del partido por el que comparece como candidato. Si tiene alguna baza de vencer a Hillary Clinton, tendrá que ser con un apoyo amplio de las bases republicanas. Otra cosa es lo que puede ocurrir una vez que pierda la elección. La gran pregunta es: ¿creará Trump otro partido y partirá en dos el Republicano?
Hillary y el republicano moderado: Rusia y Wikileaks. Está siendo parte de su campaña. Es probable que la candidata demócrata vuelva a intentar conectar con aquellos conservadores moderados que reniegan de un candidato como Trump. El principal ariete de Clinton está siendo el de vincular al magnate con el presidente ruso Putin y con Wikileaks, el sitio dirigido por Julian Assange, quien a su vez está difundiendo miles de sus e-mails, supuestamente pirateados por el Gobierno ruso. En una campaña en la que no faltan teorías de la conspiración, ésta es la que utiliza la demócrata