Hace algunos años, Ben y Bonnie Benoit estuvieron pensando en regresar a Estados Unidos, pues creían que era hora de volver a casa.
Ahora, cuando ven las noticias sobre la campaña presidencial en Estados Unidos desde su rancho en la zona vinícola de México, se alegran de no haberse ido.
Lo que ellos ven como política polarizante en Estados Unidos —la carrera entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump— los hizo confirmar su decisión de quedarse en México.
A veces, cuando ven o leen las noticias, los Benoit se sienten consternados.
“De repente llega alguien como Trump y no puedo creer que el país que yo pensaba que existía…. no existe”, dijo Ben, de 76 años, retirado en Baja California, donde él y su esposa producen vino.
“Todos estamos en shock y nos sentimos muy apenados”.
La campaña presidencial en Estados Unidos está generando titulares en todo el mundo, donde los inmigrantes discuten con furor el ambiente político que se vive en su país.
Solo en Canadá viven más estadounidenses que en México, y las diatribas de Trump contra México están haciendo que ser estadounidense sea más difícil en estos días.
“Muchos de nuestros amigos mexicanos le tienen miedo”, dijo Bonnie.
En una carrera electoral reñida, el voto en el extranjero es mucho más crítico, y los demócratas y republicanos que viven en México dicen estar viendo un enorme crecimiento del interés y se están organizando para promover el voto.
Muchos están organizando grandes reuniones y convivios para ver los debates.
El voto de los estadounidenses en México, especialmente los registrados en los estados en disputa, puede ser decisivo, como ocurrió en el 2000, cuando George W. Bush derrotó a Al Gore en una polémica elección que terminó en la Suprema Corte.
“Las elecciones del 2000 hicieron tomar conciencia del posible papel del voto de los estadounidenses en el exterior. El que hayan permitido votar fuera del país fue clave en esas elecciones”, observó Amanda Klekowski von Koppenfels, catedrática de política y migración de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Kent, en Bruselas, Bélgica, y autora de ¿Migrantes o Expatriados? Americanos en Europa.
“Los estadounidenses que viven en el extranjero no son encuestados, y en las elecciones reñidas pueden aportar un margen que dé la victoria”.
James F. Hollifield, profesor de política y ciencia y director del Centro Tower de la Universidad Metodista del Sur, comentó: “[Los expatriados] están en la línea del frente de la política exterior estadounidense y serán de los primeros en sentir las repercusiones de una postura aislacionista”.
Estadounidenses en México
En México viven por lo menos 1 millón de estadounidenses, según el Departamento de Estado, muchos concentrados en poblados coloniales y costeros como San Miguel de Alllende y Valle de Guadalupe, lo suficientemente lejos para sustraerse del ajetreo en Estados Unidos pero lo bastante cerca para sentirse conectados con sus amigos y familiares, y seguir involucrados en la política.
Como muchos extranjeros en México, los Benoit están viendo los debates presidenciales. Ellos llevaron un pay de tortilla hecho en casa y botellas de vino a la primera fiesta organizada para ver el debate en la casa de un amigo.
Están esperando con interés el segundo debate el domingo.
“Estoy pegada al televisor”, dijo Bonnie Benoit, demócrata y ferviente partidaria de Clinton.
Los seguidores de Trump en México también están siguiendo de cerca la campaña electoral.
“Creo que me gusta aun más que Ronald Reagan”, dijo Ed Cage, de 72 años, un texano afincado en Ajijic con su esposa, Karen.
Los Cage vivieron en el Norte de Texas varias décadas hasta que se cambiaron a México hace casi ocho años.
“En nuestras tarjetas de preserntación dice ‘Retirados en el Paraíso’, y realmente es así”, dice Karen Cage, de 70 años.
“Me encanta México y su gente”, dice Ed Cage, pero coincide con Trump en su preocupación sobre los mexicanos que cruzan la frontera.
“Se están yendo algunos criminales para allá. No todos lo son, no todos lo son. En su mayoría son gente buena, pero se están quedando con los empleos de los estadounidenses”.
Como otros estadounidenses en México, a los Cage suelen preguntarles sobre Trump. Hace poco Karen tuvo que responder a una pregunta de su empleado de mantenimiento.
“Alberto me dijo: ‘¿Y qué piensa de Trump?’. Le dije que es mi candidato. Casi se cae de la escalera”, relató Cage.
Dice que a los mexicanos que le preguntan ella les contesta: “Él los quiere [a los mexicanos], solo que quiere que crucen legalmente”.
Pero para algunos republicanos en México, Trump no es una opción que puedan aceptar fácilmente.
Por ejemplo, Larry Rubin, de 42 años, director de la organización Republicanos en el Exterior en México.
Rubin votará por Trump a distancia registrado en Ohio, un estado en disputa, aunque no está de acuerdo con los planes del republicano en materia de comercio.
“Nafta es como una joya escondida que ayuda a muchas pequeñas y medianas empresas en Estados Unidos”, dice Rubin.
Efecto Trump
Rubin admite que muchos republicanos en México se resisten a expresar abiertamente su preferencia por Donald Trump.
A diferencia de anteriores años electorales cuando los republicanos realizaban grandes reuniones en la Ciudad de México, algunos, entre ellos Rubin, ahora están organizando cenas privadas para ver los debates.
La campaña presidencial de Trump ha dado lugar a conversacioines incómodas para los estadounidenses que viven en México.
En una tienda de abarrotes en Mazatlán, unos mexicanos se le acercaron a Jody Quinnell para quejarse de Trump.
Ella rápidamente les responde que ella no va a votar por el candidato republicano.
Quinnell es presidenta de Demócratas en el Exterior en México, que tiene representaciones en Mazatlán, Ciudad de México, Chapala, San Miguel de Allende y Puerto Vallarta.
Ella dice que se queda pasmada por la retórica antimexicana de Trump.
“Esta es gente con la que trabajamos, nuestros vecinos, amigos”, dice.
Desde su casa con vista al Lago de Chapala, Maureen Jones, de 67 años, anteriormente residente de Dallas, está observando la campaña electoral cada vez más preocupada por su país.
“Como miembro de la Liga de Mujeres Electoras, me decepciona que en esta campaña presidencial tan importante se dedique tan poco tiempo a los verdaderos problemas”, dice Jones.
Jones fue juez electoral en Oak Cliff y estuvo activa en la liga durante muchos años hasta que se mudó con su esposo a Ajijic, en el estado de Jalisco, en 2010.
“Ya pedimos nuestras boletas y planeamos votar desde aquí”, dijo Jones.
“Estoy muy contenta de tener la oportunidad de votar por Hillary Clinton para presidenta, no solo porque es mujer sino porque está muy bien calificada”.
De hecho, las frecuentes referencias de Trump sobre México y su viaje para entrevistarse con el presidente Enrique Peña Nieto lo sintieron muy de cerca los estadounidenses que viven al sur de la frontera.
“Nos conmocionó y nos disgustó mucho que Peña Nieto lo hubiera invitado”, dijo Margaret Van Every, demócrata residente en Ajijic.
“Sus planes para construir un muro y hacer a México pagarlo es una broma inmensa. Sus insultos sobre los inmigrantes asesinos y violadores es increíblemente indignante”.
Para muchos estadounidenses que se instalaron en México, el muro es objeto de un acalorado debate.
“Entre más alto el muro, más largos los túneles”, dijo Dan Scher, residente de mucho tiempo de San Miguel de Allende que planea votar por Hillary.
Pero hay algunos estadounidenses que viven en México y apoyan la idea de construir un muro a lo largo de la frontera.
“Quiero que se construya ese muro”, dijo Karen Cage.
La texana incluso está dispuesta a contribuir si los ciudadanos pudieran hacer hacer aportaciones privadas.
“Yo compraría un par de millas de baldosa para ese muro”.