Desde Tijuana llega la alerta, la imagen de haitianos en las calles de la ciudad fronteriza se han vuelto algo cotidiano y cada día cientos de ellos abarrotan el cruce fronterizo conocido como El Chaparral en espera de que la autoridad migratoria de los Estados Unidos les abra las puertas.
El objetivo es obtener una ficha, una ficha que les permitirá una entrevista y, dependiendo del resultado, de la entrevista se quedan o son repatriados. Eso es su futuro.
Quienes les dan albergue humanitario en aquella ciudad narran a Crónica lo que les ha tocado conocer de cerca. La mayoría de ellos vienen de Brasil, abandonaron Haití después del devastador terremoto de enero del 2010 y terminaron en tierras cariocas; es de ahí de donde proviene el éxodo hacia el norte.
Desde enero de este año, viajan a México en busca de un sueño americano muy similar al que buscan miles de connacionales y centroamericanos; pero eso sí, las circunstancias son otras.
El trayecto desde Brasil es en ocasiones de 3 hasta 5 meses, cruzan 9 países y el paso obligado para llegar a Estados Unidos es México, es decir para ellos solo somos país de paso.
¿Por qué se quedan en Tijuana? Los migrantes haitianos llegan a la garita del Chaparral en espera de una de las 70 fichas que les garantiza una cita con el Immigration and Customs Enforcement, que es la autoridad migratoria norteamericana.
La espera por esa ansiada cita puede ser de hasta quince días, y como el Instituto Nacional de Migración les otorgó un permiso para permanecer en el país, su calidad migratoria es legal, es decir, a pesar de ser tantos y de entrar por vías distintas, ninguno de ellos, por su sola permanencia en el país, viola la ley. Abundan mujeres y niños.
Para Esmeralda Siu, Coordinadora Ejecutiva de la Coalición Pro Defensa del Migrante AC, esto está a punto de convertirse en una Crisis Humanitaria. Pero la gravedad de la situación, alude, tiene una solución simple, de dos medidas: Una es habilitar un espacio adecuado para los miles de haitianos que llegan cada semana a la esa ciudad, unos 300 cada día y, dos, conminar oficialmente a la autoridad migratoria norteamericana a que apresure sus procesos de aceptación o repatriación de los solicitantes.
El problema ahora es que la autoridad (estatal y municipal) ha quedado rebasada por lo numeroso del flujo haitiano. Los albergues no tienen la capacidad para atender esa demanda diaria.
De acuerdo con Siu, existe un doble discurso sobre el problema, ya que por un lado no se reconoce y por el otro, toda está a la vista de todos, en las calles donde los haitianos son cada vez más comunes. “El fenómeno existe de manera visible, las autoridades locales municipales y estatales no han habilitado un espacio adecuado para atender a la población migrante”, sostiene.
TRES FLUJOS. Son tres flujos de migrantes los que convergen en Tijuana, por un lado los mexicanos que los norteamericanos regresan, los mexicanos que por seguridad han abandonado sus comunidades y quieren cruzar la frontera y ahora los haitianos, cuyo estatus migratorio es de desplazados.
Una de las soluciones planteadas por los organismos fronterizos de ayuda a migrantes, que consiste en concentrarlos a todos en un mismo lugar es, similar a lo que sucede en países que viven conflictos bélicos, como Siria, sólo que en México, sería denominado Campamento de desplazados.
Más allá de la situación actual de los migrantes y de las posibles vías de solución, la pregunta es obligada, ¿Cómo ha afectado la presencia de miles de haitianos a la vida en Tijuana?
De acuerdo con comerciantes y periodistas de la región consultados por Crónica, si algo que ha caracterizado a la sociedad fronteriza mexicana es, precisamente su solidaridad con los grupos migrantes; su vida solo ve afectada por la presencia de haitianos en las calles que han aprendido a hablar lo básico en español.
“¿Cómo son los haitianos que han llegado a Tijuana? Son muy cibernéticos, manejan las redes sociales y se comunican a través de ellas, se adaptan a lo que les puede ofrecer la ciudad”, añade la descripción.
“Baja California por tradición es una sociedad muy solidaria con los migrantes, no considera que afecte a la comunidad, pues están llegando, están en los albergues, la sociedad es muy altruista”, sostiene uno de los consultados. Por esas tierras han cruzado en distintos momentos históricos grupos de chinos, africanos, italianos y ahora que toca a los haitianos provenientes de Brasil. Ellos no han sido la excepción, reciben solidaridad. Lo que sí resulta preocupante es que los albergues son absolutamente insuficientes y su sustento es un problema a pesar de que en distintas colectas, los tijuanenses y los mexicalenses, han colaborado de manera entusiasta.