Una entrega previa de este mismo espacio intentó aproximarse al curioso tema de los guaruras de falaces y autóctonas Verdades Históricas: sus custodios escenográficos (por cierto, un tótem indispensable en conferencias de prensa [‘entrenado por la alta dirección colombiana, el FBI y la Real Policía Montada de Canadá’, de acuerdo a sus porristas en el gobierno y Milenio, prácticamente la misma vaina] Manelich Castilla Craviotto, recién sustituye al otrora ‘indispensable’ represor Enrique Galindo Ceballos como encargado de la Policía Federal), y las funestas consecuencias para una vida pública cada vez más basurable o chatarrizada que continuará encabezando el pato rengo Peña Nieto otros dos años y cacho.
El tartajoso Estado mexicano se ufana de poseer ejemplares de museo, dignos de libro de texto internacional -emulables en cualquier otra parte del mundo donde corrupción, impunidad y tráfico de influencias sean como aquí, Norma Oficial- cuyo único agobio consistirá en perder su carnet priísta previo a los inminentes comicios de 2017 y 18.
Son los cleptócratas -totalmente unidos con la causa electoral peñista desde que el mexiquense era gobernador de su estado- que obtuvieron como premio el control total de de las entidades que gobernaban; que los volvieron personalísimos feudos, y que no deben estar demasiado preocupados. A los Duarte y los Moreira, o a Beto Borge y su extensa e interminable compañía, la acción de nuestro remedo de Justicia a la Carta que depende, en última instancia, de la voluntad del Ejecutivo les sigue teniendo sin cuidado.
Pesa el adagio: mal de muchos … consuelo de tontos. Representa un modelo para armar como el del PRI decadente, o el de Vladimir Putin, que ilustra las verdades de la caprichosa distribución del poder en México o en Rusia y sus profusas variantes.
Allá, con la renuncia o abandono paulatino de las herramientas propias de una democracia funcional, desde 2013 los gobernadores son nombrados –en los hechos, tal y como sucedió aquí con los regentes de la Ciudad de México, empleados del presidente en turno hasta las elecciones de 1997- por el neo Zar de todas las Rusias nacido el 7 de octubre de 1952 en la antigua Leningrado. Aprovechando esta circunstancia, el Dedo Presidencial premió con creces a tres integrantes de su escolta personal Putin.
La obra de destrucción en curso, podría intitularse ‘Exaltación de Nulidades’. Uno de sus guardaespaldas y portero del equipo de hockey capitaneado por el líder ruso se llama Alexei Dyumin; nació en 1972, y antes de su nuevo nombramiento fungía como viceministro de Defensa. Hoy gobierna (Borge o Duarte de la Taiga), la provincia u Oblast de Tula.
Fase Machos Alfa, años después, tras un encuentro sobre el hielo; Dyumin ya era el arquero titular de la exclusiva –¿e invicta?- escuadra del Sr. presidente. Vía Meduza
Fase Machos Alfa, años después, tras un encuentro sobre el hielo; Dyumin ya era el arquero titular de la exclusiva –¿e invicta?- escuadra del Sr. presidente. Vía Meduza
Acá Dyumin, ya en reunión oficial de trabajo con el neo zar indiscutible. El personaje de la derecha es Vladimir Gruzdev, a quien Putin ‘renunció’ para que ocupara la gubernatura su ex guardaespaldas. Página de la Presidencia de Rusia
Acá Dyumin, ya en reunión oficial de trabajo con el neo zar indiscutible. El personaje de la derecha es Vladimir Gruzdev, a quien Putin ‘renunció’ para que ocupara la gubernatura su ex guardaespaldas. Página de la Presidencia de Rusia
Otro guarro ascendido por Putin es Evgeny Zinichev, quien tutela los destinos de la provincia de Kaliningrado, enclave entre Lituania y Polonia, separado de su masa continental por los países bálticos que formaban parte del Imperio Soviético previo a su derrumbe.
Putin deposita su confianza en otro ex escolta veterano. Viktor Zolotov (27/ene/1954) preside un flamante y personalísimo contingente pretoriano, integrado por cientos de miles de elementos policiacos, a los que eufemísticamente se le denomina –para tapar el ojo al macho de la opinión pública, y dotar de institucionalidad aparente a un ejército de zelotes devotos que sólo responderán, cuando se requieran sus servicios, a la Voz del Amo – la Guardia Nacional Rusa.
Los susodichos no son los únicos cuadros que se sacaron la Lotería Nacional rusa, pero sí son casos escandalosamente visibles de arbitrariedad en el renglón de las designaciones oficiales.
La versión más reciente del guaruresco México Movedizo, colonizado por el Tricolor en la recta final del actual régimen, no apunta hacia tersos finales de sexenio.
El aterrizaje del compapparatchik Luis Miranda Nava en la Secretaría de Desarrollo Social (un ‘florentino y mandarín’, según selectos admiradores de medios oficiosos, prestanombres profesional; cuña y bomberito, candidato fallido a puestos de elección popular en el Estado de México.
Tapadera del tío incómodo Arturo Montiel y su apadrinado Enrique Peña Nieto; especulador inmobiliario de altos vuelos, caddie y compañero de golf del capo del Peñanietato), luego del fiasco y la chuza que produjo el Trumpazo republicano en la residencia del actual ocupante mexiquense -exitoso impulsor de su campaña al sur de la frontera del Río Bravo- reitera el indeclinable compromiso presidencial de enchular el cacharro clientelar que llevará a su patrón a disponer, hasta el último día de noviembre de 2018, de nuestra resignada República Bananera.
Velasco, Mancera, Graco, Aureoles, Cué y los panistas Márquez (Guanajuato y Jalisco), Padrés y Moreno Valle, junto con estrellas del pasado: Ulises Ruiz, Fidel Herrera, Manlio, Rodrigo Medina así como algunos de los entrantes (Yunes Linares, el corrupto que librará de corrupción a Veracruz a partir de su llegada)… todos son, junto con Miranda Nava y desde cierta perspectiva , guarros de la voluntad presidencial.
Son acompañantes, hamponautas nacionales, bastiones de una red delincuencial, sin propósito social ni enmienda posible. Versiones locales de baluartes putinescos, que sostienen y apuntalan al autoritarismo ruso. Saldos del quehacer público mundializado.
Y acá mismo: la nuevieja variante mexicana.
