Entender la relación de un hombre con todas las mujeres de su vida, con su madre, con sus hermanas, con sus hijas y principalmente con aquellas que se convierten en sus novias y/o esposas, es cosa un asunto sumamente complejo. El psicoanálisis, con muchísimos de sus especialistas, se ha encargado de desmenuzar y diseccionar prácticamente todos los aspectos, hasta el más mínimo e insignificante, para tratar de entender y darle una explicación lógica al comportamiento masculino cuando éste se pone en marcha específicamente en las dinámicas que involucran la relación de pareja.
Sin embargo, todo se remite o se remonta a una fase elemental del individuo: la niñez. Y es que, como dice la frase, infancia es destino, es justo en esta etapa cuando se forjan las principales sinergias que un hombre tendrá en su edad adulta con aquellas mujeres que potencialmente llegarán a convertirse en sus parejas. Y el perfil (psicológico y humano, incluso hasta físico) que éstas tendrán estará estrechamente vinculado con el tipo de relación que el sujeto en cuestión llevó con su madre.
Para bien o para mal…
Hombres triunfadores, hombres alcohólicos, hombres sensibles, hombres golpeadores, hombres pusilánimes, hombres inmaduros, hombres amorosos, hombres trabajadores, hombres misóginos, hombres irresponsables, hombres machistas, hombres dependientes…. todos, ¡sí todos! prácticamente serán el resultado del tipo de relación que tuvieron (o que no tuvieron) con sus progenitoras.
El vínculo entre una madre y el hijo varón, como lo ha explicado atingentemente el psicoanálisis, es sumamente fuerte, representa, a grandes rasgos, como nos los explica el “Complejo de Edipo”, el deseo inconsciente del niño por sostener una relación sexual con la mamá y esta relación, no la sexual sino la que de facto se da entre madre e hijo, le permitirá a éste desarrollarse con las características emocionales que lo distinguirán de los demás en cuanto a su relación con las mujeres.
Y es que hay muchas mujeres, algunas se dan cuenta de ello y otras no, que con sus acciones y manifestaciones de amor y/o de rechazo hacia sus hijos varones esculpen en definitiva el carácter de esos hombres que saldrán al mundo a buscar una pareja esperando agradar o contrariar a sus madres, todo dependiendo del tipo de relación que llevaron. Una mamá que tuvo constante comunicación, abierta y directa, con su pequeño, haciéndole todo tipo de demostraciones de cariño y afecto, transmitiéndole seguridad y aceptación, en definitiva se encontrará con un hijo que su edad adulta tendrá el conocimiento emocional suficiente para poder buscar, encontrar y sostener relaciones de pareja con una mujer tan plena y segura de sí misma como él.
Sin embargo, si por el contrario sucede que este niño o muchacho transcurre su infancia y su adolescencia expuesto a una madre de personalidad de castrante, inquisitoria y machista, el resultado seguramente será negativo, con un hombre adulto incapaz vincularse exitosamente con ninguna persona, no sólo con las mujeres. Además, los entornos donde existe el maltrato, la violencia, el bullying y el menosprecio, entre otros, obviamente acabarán por impactar desfavorablemente la personalidad de aquel hijo que crecerá y se convertirá en un adulto emocionalmente discapacitado que incluso podría desarrollar una personalidad agresiva y violenta que acabará por sabotear todas sus relaciones, no sólo las de pareja.
Esta es una columna “Exclusiva Para Hombres”, pero sí quien la está leyendo es una mujer, por favor, procura llevar una linda relación con todos tus hijos.