A pesar de que cualquiera pagaría lo que fuera para ser feliz, la realidad es que la felicidad no tiene precio, o mejor dicho no todos están dispuestos a pagar lo que se requiere. A la felicidad se le teme, ya que ser feliz es mucho más que creer tenerlo todo.
La mayoría de las personas, se mienten a sí mismas pretendiendo que quieren ser felices, que pagarían cualquier precio sentir esa felicidad tan genuina y deliciosa, pero en realidad, no están siempre tan dispuestos para esforzarse por hacer todo lo que sea necesario para conseguir la felicidad.
La felicidad es uno de los productos más vendidos en estos tiempos. Sin embargo, parece ser que las grandes promesas de las múltiples campañas publicitarias no ayudan mucho. Lo que se promete, no se cumple y lo que se vende no es lo que se necesita para ser feliz.
La gente vive en una búsqueda insaciable de este producto llamado felicidad. Lo buscan en la apariencia física, en los accesorios materiales, en el dinero, la fama, el prestigio, y en todas las posiciones que tienen. Muchas veces tratan de encontrarla hasta en las relaciones vacías y los compromisos sociales. Pero, al NO encontrar tan fácil este preciado producto, que se anuncia y se promueve con tanta difusión, lo único que se logra es crear un mundo con expectativas frustradas, personas desconectadas de la realidad y gente que protege y oculta su decepción bajo caparazones difíciles de desenmascarar.
Ser feliz implica exponer la piel a todo tipo de sentimientos. Para ser feliz es necesario abrir el alma y dejar fluir todo tipo de emociones. La felicidad es una manera de vivir que no se puede adquirir por medio de cosas, la felicidad es un compromiso personal, un trabajo individual y una responsabilidad que no se puede transferir.
Es muy curioso los estudios que se han dedicado a entender la esencia de este tema afirman, que si la persona no permite sentir dolor, vergüenza e incomodidad, tampoco se accede que fluya y brille la felicidad, la gratitud y la alegría. Así, el miedo a exponerse a la tristeza y el dolor, deprava la posibilidad de sentir alegría, amor y felicidad. Lo que se traduce a vivir en un mundo frívolo, aislado, carente de comunicación y por lo mismo sediento de encontrar una pizca de alegría en donde se pueda.
Es más fácil vivir alejado, y decepcionado de todo, que sentir el dolor de la decepción. Es más fácil callar y no pelear, que confrontar lo que nos molesta y aceptar los errores propios. Es mucho más cómodo, esconderse bajo el caparazón del perfeccionismo, que destruye la posibilidad se la excelencia por miedo a la crítica y a la comparación y es mucho más fácil caer en el pozo de la indiferencia o de amargura, que resistir el miedo que se siente cuando uno falla, lastima o no cumple con las expectativas que esperaba.
La receta
Recuperando tu felicidad
Ingredientes
- 1 taza de gratitud – reconocer las bendiciones que tienes y todo lo bueno que tienes
- 2 cucharadas de conciencia – vivir con responsabilidad y compromiso
- 1 manojo de buen ojo – dirigir la atención a los aspectos positivos de la vida
- 1 pieza de humildad – aceptar los errores y poder perdonarse
- 1 rebanada de fortaleza – valor para aceptar la realidad y poder seguir adelante
Recomendación del chef
No temas sentirte incomodo por las situaciones que te hacen sufrir o te exponen tu vulnerabilidad. Recuerda que al adormecer el dolor, la vergüenza y el miedo, también se duerme la alegría y la felicidad.
Como encontrar la felicidad
- Encuentra la felicidad en los pequeños momentos de tu vida diaria. Los instantes más valiosos y las memorias más gratas siempre están presentes en la vida ordinaria, las cosas extraordinarias son efectos especiales difíciles de encontrar.
- Agradece todo lo que tienes. Celebra cada alegría, logro y sonrisa que te ha tocado, no dejes que la tristeza y las carencias corroan tu alma. Comparte tu agradecimiento y reconoce con gusto la gratitud que sientes, aunque pases por algunos momentos difíciles.
- NO malgastes tu alegría. Elije encontrar el apre3ndisaje de los errores, cambia tu atención cuando suceden inconvenientes o malos ratos. Haz que la alegría y tu felicidad ilumine los momentos obscuros.
Cada vez que te permites disfrutar y compartir hasta los momentos que te lastiman, construyes un puente hacia la esperanza y te regalas la oportunidad de ser feliz.