Para que un vino llegue a nuestra mesa hay un gran proceso detrás, que empieza con el cuidado del terruño, la vendimia, el paso por barrica, el tiempo en botella y por supuesto, con su distribución. Representando a 36 bodegas de siete países del mundo, que equivale a más de 150 etiquetas, está Interamericana, especializada en deleitar los más variados gustos con vinos finos y mezcales seleccionados.
Su más reciente joya líquida es presentada en el restaurante El Lago, ubicado en el Bosque de Chapultepec desde hace más de 50 años. Traído desde Viña Montes en Chile, el vino espumoso Montes Sparkling Angel es recibido con la frescura y elegancia del restaurante, rodeado de las aguas del lago mayor y de graciosos patos que se aproximan a los ventanales a saludar a los comensales.
Montes Sparkling Angel es producido por la bodega Montes, la quinta exportadora de vinos chilenos de vinos de de alta categoría en Europa, Norte América y Asia. Es un vino blanco espumoso producido con el método tradicional de Champenoise, el empleado para producir vinos espumosos al estilo de la región francesa de Champagne y que es el método más caro, más tardado y más reconocido por los vinos de calidad que se obtienen.
Las uvas seleccionadas Pinot Noir y Chardonnay reposan 36 meses en sus lías, que son levaduras encargadas de la fermentación alcohólica, y que consiguen mejorar las características del vino al influir en el color, densidad en boca y sobre todo en los aromas del vino. La bodega no podía enarbolar un mejor logo: un ángel estilizado vestido con telas vaporosas, elevando una copa en la mano. Tan delicada como su figura es la espuma sutil y del vino, que deja una suntuosidad en boca que invita a seguir degustándolo.
Los tonos amarillos de la botella y su etiqueta rememoran al color amarillo pajizo brillante con leves matices dorados. Su aroma a flores blancas y frutas frescas refrescan el olor al cielo del que proviene este ángel, al que se unen aromas de migas de pan y tonos suaves tostados de frutos secos, avellanas y nueces. En boca es un vino balanceado y de buena acidez, donde la espuma fina se siente cremosa y sedosa, con un persistente retrogusto frutal.
Sus cualidades bien pueden disfrutarse sin ninguna compañía, es un aperitivo sabroso que se sirve fresco entre 8 y 10°. En una comida marida con carnes blancas y rojas, con cordero, langosta y con quiche de champiñones, además de acompañar postres de frutas y chocolate.