Nada fácil tiene el panorama el presidente Peña, al cúmulo de descalabros sexenales se le suma esta semana el desdén del mercado para participar en inversiones petroleras y la multicitada fuga de Joaquín Guzmán Loera, que puso al país en el reflector mundial del narcotráfico y la vergüenza. Con ánimo de apoyar la figura presidencial (apoyar a México), le diría al Presidente que puede ser que sus reformas energética y educativa fracasen, le queda medio sexenio para otro logro: iniciar la transformación cultural del mexicano, una reforma social que modifique la forma negativa de ser mexicano, para pasar de una cultura de ilegalidad y desprecio por la ley a una de honestidad y legalidad. De conseguir el inicio de esta gesta, presidente Peña, su nombre pasará a la historia del lado de quienes han construido patria y servido a la nación (atributos que hoy la gente no le reconoce).
Mi recomendación será muy simple y a la vez retadora: presidente Peña, lea el libro Las hazañas bribonas: cultura de la ilegalidad, del doctor José Guillermo Zúñiga Zárate, y forme un equipo de trabajo que implante sus recomendaciones. Por supuesto, esperamos lo que no ha mostrado, su autocrítica, el buen juez por la casa empieza.
El doctor Zúñiga ha hecho una investigación científica sobre la cultura de ilegalidad en México y no puedo estar más de acuerdo con él cuando dice que el mexicano tiene una esencia bribona (ese lado astuto y sagaz para transgredir la ley, ser transa), que es parte de lo que yo llamo código cultural, una especie de instructivo intangible que nos hace actuar de cierta forma, a veces para el bien, otras para el mal, y que es implantado en los niños desde que empiezan a tener memoria, forjando un patrón de conducta proclive a la ilegalidad, que se hace de muchas leves transgresiones, pequeños actos permisibles que luego escalan a delitos mayores, y se autojustifican en cualquier nivel socioeconómico y cultural.
He visto, en una escuela primaria de alto poder adquisitivo, muchos autos en cuya placa trasera se ha sobrepuesto una mica que impide que el radar contra el exceso de velocidad les tome una fotografía y les multen. Hablo de padres de familia con educación, indignados por la corrupción en México, por la fuga de El Chapo, por el actuar del Presidente y su gobierno, que son, por otro lado, una manifestación de la enfermedad degenerativa y crónica del país: todos formamos parte de un sistema corrupto.
El doctor Zúñiga ha determinado un patrón de lo que llama «hazaña bribona» o acto de deshonestidad: la oportunidad (alguien me vende la mica antiinfracción), el sigilo (mi placa quedará oculta), la oposición (no quiero cumplir la ley ni pagar la multa) y la emoción (la satisfacción que me da brincarme la ley).
Su libro debería ser lectura obligada en familias, escuelas, iglesias, corporaciones y cualquier tipo de instituciones. Su mérito es que no sólo diagnostica bien, también da recomendaciones: evidenciar, hacer conciencia (al estilo AA) del patrón de deshonestidad (si se habla de ello desde la casa, oficina, calle, será más difícil hacer lo contrario, disminuiría la doble moral), abrirse a prácticas internacionales, usar manuales de procedimientos, lograr certificaciones, cumplir reglas y leyes sin excepciones (cero tolerancia), usar tecnología (GPS, cámaras de vigilancia, etcétera), implantar una cultura de legalidad desde casa (no es suficiente que haya leyes y reglamentos), cambiar la programación neurolingüística cultural, incluir a las mujeres (especialmente las madres, aquí coincide con Sara Sefchovich) para detener a los delincuentes de casa, entre otras.
La esencia bribona impide mover a México, es el componente activo de la corrupción y la falta de valores del mexicano, desde sacar provecho de un puesto y recibir beneficios ilícitos de proveedores sin importar el conflicto de interés, hasta escapar de una multa por exceso de velocidad o escapar de una prisión de alta seguridad. La esencia bribona es el túnel por donde se escapa el futuro de México.