Para much@s, se trata de la pregunta del millón. Generaciones van, generaciones vienen y lo cierto es que hoy por hoy todavía no existe una sola respuesta, ¡una sola!, que nos permita atisbar en cuál es la verdadera clave para poder tener un matrimonio exitoso (ya no digamos “perfecto”). Obviamente, de existir esa “alternativa única” para lograrlo, no estaríamos viviendo una época en la que los divorcios están a la orden del día, esto sin considerar a los consejeros matrimoniales que prácticamente se están haciendo millonarios porque esposos y esposas se la viven agarrados del chongo.
Sin embargo, hombres y mujeres por igual podemos aspirar a tener un matrimonio considerablemente exitoso si nos comprometemos con cumplir ciertos aspectos (que son trascendentales, de hecho) que en mucho nos pueden servir para vivir una relación marital encaminada a la satisfacción y el crecimiento de ambos tanto en lo individual como dentro del núcleo familiar.
Alguna vez se han preguntado ¿cuáles son las cualidades que definen a las parejas que funcionan mejor? Dejen de lado las respuestas llenas de obviedades y vayan más allá de conceptos como la química, la afinidad o el buen humor. Nada de eso. Los buenos matrimonios, aquellos que logran trascender el tiempo con una mujer y un hombre felices, que se complementan y se retroalimentan en el día a día, se estructuran esencialmente en una serie de factores (todos tangibles) en los que ambos están sumamente involucrados y comprometidos para que las cosas siempre marchen adecuadamente. Aquí no valen eufemismos como el …y vivieron felices para siempre o el todo ha sido miel sobre hojuelas.
En primer lugar, hay que estar plenamente convencidos de vivir en una autodisciplina que permita, desde lo actos más insignificantes hasta los más complejos, practicar y demostrar ¡¡¡TODOS LOS DÍAS!!! el amor hacia nuestra pareja; enseguida, debemos considerar en implementar hábitos, para él y para ella, que ayuden a conservar la seguridad financiera del matrimonio y esto no tiene nada que ver con “yo trabajo y ella se queda en casa a administrar”, esto es algo más serio.
Asimismo, ante las situaciones adversas (de cualquier índole) es imperativo que procuren mantener el sentido del humor y también, cuando alguno de los dos o los dos cometa errores (desde fallos sin importancia hasta garrafales pifias) priorizar el perdón, tanto el autoperdón como el perdón hacia nuestr@ espos@. Otro aspecto primordial a tomar en cuenta y que con el paso de los años vamos dejando de lado es el referente a proporcionarnos placer mutuamente; eso será detonante para que todos los días de la semana puedan vivir bajo una atmósfera alegre.
Y ya que hablamos de “proporcionarnos placer”, es elemental construir bases de conciencia sexual fundamentadas en la comunicación y, por supuesto, en el mutuo acuerdo porque, cualquier práctica a implementar en la intimidad siempre debe ser negociada y consensuada entre ambos para evitar episodios dolorosos y/o irrespetuosos. Sean honestos y auténticos.
Igualmente, deben dedicar tiempo a forjar historia familiar. Compartan vacaciones, celebraciones familiares, ubiquen acontecimientos que les permitan reforzar el vínculo emocional que dio pie a que se unieran; y para eso, obviamente también deben poner en práctica el valioso ejercicio de escucharse el uno al otro, aún cuando van a darse momentos en el que nuestra pareja nos va a decir cosas que no nos agradan escuchar; por eso también es importante que respeten las diferencias que existen entre ustedes: ideológicas, religiosas, culturales, etcétera.
¡Tolerancia!
Y siempre, siempre, ¡siempre!, siéntanse orgullosos de la pareja que les tocó (¡ustedes la eligieron!) y demuéstrenselo al mundo entero.