En los últimos años la Secretaria de Educación Pública ha empeñado sus esfuerzos al desarrollo de las habilidades lectoras, que al parecer han dado resultados según las encuestas a nivel nacional, aventando un número de 5.3 libros al año por mexicano (por supuesto destacan ciudades como, el entonces, Distrito Federal y Guadalajara, las cuales ellas solas bastaron para sobrepasar las cifras resultantes de toda la zona noroeste de México).
Factores como el continuo movimiento poblacional, el precio y la disponibilidad de productos literarios, así como el nivel escolar de los habitantes y su ritmo de vida son impedimentos para una cultura lectora en esta parte del país. No obstante, esto no debería justificar la falta de lectores y mucho menos teniendo en cuenta los múltiples esfuerzos para el desarrollo de la lectura. Entonces, ¿Qué está sucediendo?
A diferencia de otros países, como la India, Tailandia o China, la cultura lectora en México no está fundamentada. Se la procurado desarrollar la velocidad y la fluidez con la cual leemos pero se ha dejado a un lado el fomento al gusto por la lectura. Los datos estadísticos arrojan datos alarmantes sobre el acercamiento de las personas hacia la lectura. Claramente, las razones por las cuales una persona se interesa por los libros son variables; sin embargo, haciendo una encuesta a los alumnos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de UABC los datos arrojan cifras verdaderamente preocupantes ya que solo el 58% de ellos tuvieron un fomento en casa, y de los alumnos de Literatura únicamente el 53%.
Fijándonos en el hecho de que estos futuros licenciados probablemente dediquen su desarrollo profesional con bases a los libros como fuente de trabajo, y que en dicha facultad encontraremos una población lectora arriba del promedio, cabe preguntarse cuál es la situación de los habitantes restantes. Pero eso no es lo más preocupante, ya que solo el 44% afirmó que antes de entrar a la facultad sus maestros se preocupaban por fomentarles la lectura, y aun estado en nivel universitario el 30% opina que no hay un verdadero acercamiento a la lectura por gusto.
Algunas de las opiniones acerca del estado actual de la lectura en Tijuana dan a conocer que la falta de tiempo y el ritmo de vida impiden que la población preste su atención a los libros. Claramente, el fácil acceso que se tiene al cine, a la televisión o el internet es un factor que ha llegado no solo a modificar nuestras formas de sociabilizar, sino que han llenado el papel que jugaban los libros. Como comentaban el Lic. René Castillo, director del Centro Cultural Artes del Libro, se ha ido perdiendo el tiempo que nos tomábamos para estar a solas y por ende la posibilidad de tomar un libro se convierte en un esfuerzo extra no visto muy provechosamente.
Sin embargo, otro factor fundamental al momento de tratar de divulgar la lectura es tener al alcance establecimientos como bibliotecas y librerías. Algunos de los comentarios que dieron los alumnos de UABC remarcan que tanto librerías como bibliotecas están retiradas o fueran de vista de la población y que estas contaban con pocos libros de interés. A pesar que algunos de ellos mencionan que la accesibilidad de libros por internet no hace de tanta necesidad tales establecimientos, lectores y promotores de la lectura opinan que dejar a la vista el material literario es una estrategia fundamental para despertar el interés de la población.
Al momento que se cuentan con escasas bibliotecas y librerías de calidad dificulta el acercamiento de los habitantes a la lectura, conllevando a la falta de visitas y dando razón al poco número de estos establecimientos. De acuerdo con la opinión del señor Alfonso López, dueño de la librería El Día, la cantidad de dichos lugares son suficientes de acuerdo a su demanda “con crecimiento cero en el caso de las librerías, que muestra un subdesarrollo incomprensible comparado con el avance (geográfico y de población) de la ciudad”.
No obstante, otro factor que dificulta el fomento de una cultura lectora en Tijuana es el abandono de las bibliotecas públicas y librerías. En primera instancia, como menciona el señor Alfonso López “este déficit es mucho más grave por tratarse de un servicio público de primerísima necesidad que, bajo la responsabilidad del gobierno municipal, debe facilitar el acceso a la lectura y el conocimiento a los ciudadanos de menos recursos” y el cual es casi inexistente. Además, le tendríamos que sumar la falta de personas capacitadas para orientar a los lectores y contagiar el gusto por los libros, Paloma Silva, coordinadora del Círculo de Lectura del CECUT, menciona que para el crecimiento en el hábito de la lectura, ya sean niños o adultos, es fundamental el acompañamiento de alguien que recomiende y guíe a las personas para generar empatía con el hábito.
Por otro lado, la calidad de los textos que están siendo consumidos tiene que ser un punto de enfoque para valorar el estado actual de la lectura en la ciudad. En estos días, tuve la oportunidad de visitar, por primera vez en Tijuana, una librería llena de personas consumiendo los productos, lo cual me pareció sumamente interesante. Sin embargo, en ella pude notar algunos cambios respecto a los libros que se estaban ofreciendo. El 99% de clientes de la librería se estaban llevando best sellers y en ella habían desaparecido casi por completo la oferta de otros libros menos comerciales.
Claramente, este fenómeno tiene su origen en el nivel cultural que existe en la ciudad, que sin el apoyo de personas capacitadas los habitantes no tiene muchas posibilidades de enriquecer sus hábitos literarios. El Lic. René Castillo menciona que ha observado un incremento de lectores, no obstante, muchos de ellos se basan en lo visto en películas o la televisión. Ciertamente, los best sellers han servido como puerta para acercar a nuevas personas a estos establecimientos antes desconocidos, es decir librerías, y en un futuro podrían inculcarles el mismo gusto a las siguientes generaciones. El problema radica en no buscar más allá de dichos títulos y quedarse con lo mismo, tal como lo remarca Paloma Silva. Por otro lado, el incremento de lectura de estos best sellers también afecta a todos los lectores, porque se va reduciendo las opciones que dan las librerías ofreciendo mucho menos variedad y convirtiéndose en un establecimiento meramente comercial.
En otro parte, los esfuerzos de los promotores de lectura de la ciudad se han visto sumamente limitados por falta de apoyo y difusión. ¿Cuántas veces no hemos pasado por una sala de lectura o una biblioteca completamente vacía? Claro, si es que se frecuentan, o ¿cuándo hemos visto un programa de difusión lectora en biblioteca que tenga éxito? No culpemos, completamente, a los encargados de estos trabajos, pero sin una educación eficaz, que venga desde casa hasta las aulas, las personas no llevaran a sus hijos a estas actividades o si los niños son llevados a bibliotecas se ve inmediatamente como un castigo. Ahora, sumándole que muy pocos se enteran de las actividades, se termina dando como resultado un círculo vicioso donde a las personas que se preocupan por fomentar la lectura se le da poco apoyo porque a “nadie” le gusta o le interesa leer.
Sin embargo, sinceramente, no todo está perdido. Hay personas que en verdad se preocupan y comparten su gusto por la lectura. Como remarcan los miembros del Círculo de Lectura del CECUT: al momento de compartir este gusto se contagia la emoción, no se necesita hacer mucho, con dejar a la vista los libros e invitar, con suma sinceridad, a las personas a leer, se podría lograr un cambio. Cabe destacar el trabajo que han hechos personas como Lorena Sánchez, difusora de lectura en el ámbito infantil; Paloma Silva, la cual logró que en una biblioteca donde solo se prestaban 300 libros al año los numero aumentaran hasta 9,000 libros; René Castillo, que permite el acercamiento a la lectura a personas de bajo recursos; o Victoria Zepeda, que con su equipo de trabajo trae el nuevo proyecto de Arte para el Cambio. Hay muchas personas más que están dando todo de sí para lograr al cambio pero la falta de interés que se pone en ello por parte del gobierno y los pobladores han hecho aún más difícil su trabajo.
Para finalizar, los que tenemos el gusto de leer nos queda apoyar a las instituciones y organización que procuran fomentar la lectura y poner nuestro granito de arena hablando de libros en nuestras casas, poniendo el ejemplo leyendo en espacios públicos o simplemente dejar al alcance el material literario. Como dice Paloma Silva: los niños se interesan en leer, pero falta que los acompañen en el proceso, y eso mismo sucede cono cada uno de nosotros. Así que, ¿qué tipo de lectores somos los tijuanenses? Posiblemente potenciales, aunque por ahora nos queda un largo camino.