Por lo regular, cuando un hombre y una mujer deciden tener una relación de pareja, primero en forma de noviazgo y posteriormente ya como un matrimonio, muy pocos reflexionan sobre la importancia que juega en el peso específico de su vínculo el tipo de sexualidad que están ejerciendo en su intimidad.
La gran mayoría difícilmente dialoga con su novi@ y su espos@ sobre las características de tan importante aspecto. Lo cierto es que, arrasados por el deseo y la pasión, nos dejamos llevar por la emoción de la relación sexual per se y muy pocas veces reflexionamos si la intensidad con la que sostenemos nuestras relaciones sexuales a los tres meses de noviazgo será la misma cuando ya llevemos, digamos, unos cinco, seis, siete años de matrimonio.
Es por eso que, atrapados en una sexualidad rutinaria, poco a poco vamos descubriendo que cada vez es menos la atracción sexual que sentimos hacia nuestra pareja, a grado tal que siquiera pensar en el coito con él/ella nos resulta aburrido e incluso tedioso y eso no necesariamente tiene que significar que ya no existe amor entre ese hombre y esa mujer que comparten un proyecto de vida juntos, por lo que se vuelve de suma prioridad atisbar con mucha inteligencia, con mucha sensibilidad, pero sobre todo con mucha intensidad a la hora de desmenuzar el porqué esa persona con la que llegamos a vivir episodios sexuales verdaderamente épicos prácticamente ya no nos despierta ningún tipo de inquietud que conduzca a forzar la intimidad.
El primer ingrediente que detona la extinción de la vida sexual en la pareja es la monotonía. Cuando relacionamos alguna actividad (particularmente el sexo) con el aburrimiento obviamente no nos apetece llevarlo a cabo y si tú (hombre o mujer) analizas con detenimiento los más recientes capítulos sexuales con tu novi@ o tu espos@ descubrirás que por mucho tiempo estuviste haciendo siempre lo mismo y eso los condujo al tedio que a su vez minó considerablemente el deseo que siempre debe sentir uno por el otro.
Pero, ¿cómo romper esta situación de aburrimiento?, ¿cómo reactivar esa llama de pasión que definitivamente llegó a estar presente entre ustedes?
Definitivamente (obvio, si es que están interesados en reavivar su intimidad) tiene que haber comunicación. Sentarse uno frente al otro y hablar con honestidad sobre las razones por las cuales ya no se les antoja tener sexo. Platicar sobre esas prácticas que quizá realizaban con anteriores parejas sexuales y que les agradaba llevarlas a cabo; traer a la conversación (¿por qué no?, también es válido) proponer situaciones que durante mucho tiempo las han dejado en el terreno de las fantasías e incluso incursionar en situaciones que, conocidas por medio de la pornografía, les gustaría experimentar.
Aquí la clave, cuando menos en una primera instancia, es llevar todo lo que quisieran hacer al terreno del juego. Abrirse de mente y dejar de lado los prejuicios (¡todos!) para convencer a su pareja de que lo que le estás proponiendo puede resultar en algo positivo y placentero para ambos. Implementar sesiones exclusivas de: 1) Mirar películas eróticas y estimularse por medio de la masturbación; 2) Sólo sexo oral, todo lo demás está prohibido; 3) Utilizar juguetes y accesorios para estirar un poco su visión sobre esos artefactos y aprender a disfrutarlos; 4) Un juego de roles, con disfraces, personajes, llamadas o chats tipo hot-line… lo cierto es que las posibilidades son infinitas. Todo depende de ustedes.
¡Anímense a hacer algo diferente y compartan su experiencia contándonos cómo les fue!