Se trata de uno de los fantasmas que más atemorizan a los hombres maduros, sobre todo de aquellos que consideran su vigor sexual como una de sus características primordiales. Me estoy refiriendo a la temible andropausia, la cual, pese a que muchos especialistas se refieren a ella como un “mito genial”, efectiva y lamentablemente sí existe.
Entrando en el terreno de las definiciones y las descripciones, la andropausia es un proceso por el cual las capacidades sexuales masculinas van disminuyendo con el transcurso de la edad, al igual que otras funciones orgánicas y la cual se presenta debido a los bajos niveles en la generación de testosterona o por el mal funcionamiento de los receptores de ésta.
Muchos se preguntarán, ¿qué es la testosterona? Pues bien, la testosterona es una hormona que producen los testículos del hombre, siendo la hormona androgénica (masculina) más importante en el cuerpo y ésta es muy importante porque ayuda a mantener los huesos y los músculos fuertes; también es fundamental para la producción de espermatozoides; es uno de los principales ingredientes para mantener el deseo sexual, y entre otras funciones también sirve para sentirse bien y tener energía. A medida que un hombre envejece, los niveles de testosterona van disminuyendo lentamente, lo que provoca que se presente un bajo deseo sexual, problemas de erección, un bajo conteo de espermatozoides, disminución del tamaño y la fuerza muscular, depresión, pérdida de la concentración e incluso es detonante para que se presente insomnio.
Se estima que a partir de la cuarta década de vida, lo que muchos llamamos el cuarto piso o sea, de los 40 en adelante, empieza a haber una pérdida anual de 1 a 2% de la testosterona, y al llegar a los 70 años de edad esta reducción puede incluso llegar a 35%.
Pero no se alarmen, caballeros, esto no es el fin del mundo y mucho menos representa la extinción de una buena vida sexual. En la actualidad existen varios tratamientos que permiten a los hombres que sufren de bajos niveles de testosterona les sea administrada esta hormona de manera artificial: gel aplicado a diario en los hombros, brazos o abdomen; solución aplicada en la axila; parche cutáneo pegado en cualquier parte del cuerpo o al escroto; una especie de parche que se aplica en la encía superior dos veces al día; inyecciones aplicadas cada dos o tres semanas; reemplazo hormonal, etcétera; pero, ¡mucho ojo!, todas estas alternativas tienen que ser supervisadas por un especialista, por lo que no se recomienda la automedicación, porque puede llegar a ser fatal.
Asimismo, en el terreno de los afectos secundarios, una vez que el especialista te ha dado luz verde para ser un candidato a la aplicación de un tratamiento de testosterona artificial, debes considerar que puedes desarrollar un aumento en el conteo de glóbulos rojos (esto implica un riesgo de accidente cardiovascular), acné o piel grasosa, agudizar el insomnio, crecimiento de las mamas, retención de agua y otros.
Por todo lo anterior, el tratamiento más adecuado indudablemente es el de la terapia con undecanoato de testosterona, que consiste en aplicar un tratamiento trimestral (inyección intramuscular) que permite llegar a los niveles normales de testosterona en una semana y permanece en los niveles fisiológicos hasta tres meses, por lo que requiere ser administrado cuatro veces al año.