Recta final del año. Inevitable que muchos de nosotros, principalmente aquellos que somos proclives a establecernos objetivos y metas por cumplir, nos sentemos por un momento a reflexionar sobre todo lo que nos ha ocurrido (bueno y malo) en este 2015 que está por fenecer. Es el momento de los balances, de ponernos a cuentas con nosotros mismos y concluir, en un muy válido ejercicio de autocrítica, si lo que construimos durante estos 365 años merece entrar a la categoría de lo positivo o de lo negativo.
Y no se vale gritarle al mundo entero que este año nos fue mal porque tuvimos mala suerte o echarle la culpa a los demás de todas esas cosas feas que nos ocurrieron, porque todos, absolutamente todos, como dice aquella frase cliché, “somos arquitectos de nuestro propio destino.
Asimismo, reconocer que nos hemos visto favorecidos en varias situaciones de nuestra vida también merece que lo atribuyamos al esfuerzo, al trabajo, a la disciplina, al sacrificio y a ser 100% entregados a aquellas causas que de manera individual hemos identificado como dignas de esforzarnos por ellas. Buscar y luchar denodadamente por un buen entorno emocional, laboral, material y todo aquello que vale la pena para nuestro propio bienestar definitivamente habla bien de nosotros y del nivel de compromiso que estamos dispuestos a adquirir para ser cada día mejores.
Puedes hacer balances por medio de una lista mental y repasar una a una todas las circunstancias que afrontaste a lo largo del año; pero también puede sacar una libreta y apuntar todo aquello que consideres haya sido parte de tus planes y ¿por qué no? también aquello que no era parte de ellos pero que indefectiblemente se hizo presente en tu vida. ¿Tuviste un cambio de empleo con una mejora salarial y profesional?, eso va al apartado de las cosas positivas; ¿sufriste una ruptura de pareja, traumática y dolorosa?, eso indudablemente es algo negativo, pero al mismo tiempo aprendiste una lección, pues entonces es parcialmente negativo/parcialmente positivo… aquí si aplica ver el vaso medio vacío o el vaso medio lleno. Lo que sí debe estar prohibido es mirar con indiferencia todo cuanto hemos hecho ¿de acuerdo?
Hay que ser autocríticos y también exigentes para determinar si este año supera o se quedó corto con los anteriores y también debemos ser lo suficientemente listos como para entender que los balances poco o nada tienen que ver con los “propósitos de año nuevo”. Estos tienen que ver más con aquellas cosas que deseamos para que nuestra vida mejore y los balances están relacionados más que nada con todo lo que ya forma parte de nuestra vida (lo bueno y lo malo) y lo mucho que nos comprometemos y trabajamos para que se apuntale, cambie o desaparezca.
Por todo lo anterior, yo les recomiendo que al momento de balancear acciones y circunstancias procuren hacerlo sin caer en comparaciones donde se vea involucrada otra persona (un familiar, un amigo, un adversario). Nuestra vida, tal cual, es única e irrepetible, sus características la vuelven “sólo para nosotros” y no para que la viva alguien más, por lo que la vida de otros tampoco nos encaja a nosotros. No copiemos, no imitemos, ¡seamos originales.
Si tu balance de este año, en líneas generales, es bueno, ¡adelante!, procura mejorar todo para el año siguiente; y si resultó ser todo lo contrario, negativo o malo, sacúdete toda esa malaria y proyecta un plan de acciones y resultados a corto plazo para que poco a poco veas que los buenos resultados aparecerán sí o sí. Y mientras, nos leemos el año próximo. ¡Felices fiestas y mis mejores deseos para todos!