Desde su despacho ve llegar los barcos cargados de café latinoamericano al puerto de Hamburgo. Es colombiano, pero dirige la empresa más grande de café verde del mundo. Pablo García Camacho se encarga de ditribuirlo tanto a Alemania como a muchos otros países, tendiendo puentes entre ambos mundos.
Deutsche Welle: A muchos les sorprenderá que la mayor comercializadora de café verde del mundo sea una empresa de Hamburgo. ¿Cómo es eso?
Pablo García Camacho: Neumann Kaffee Gruppe nació en 1988 de la unión de dos empresas alemanas tradicionales que datan de principios del siglo pasado. ¿Por qué Hamburgo? Con su puerto marítimo en la desembocadura del Elba, comunica el mar del Norte con Europa central. Además, fue zona franca. Y ofrece una infraestructura y unos recursos humanos inmejorables para el comercio internacional. Si nos trasladáramos, como han hecho otras empresas, perderíamos la cercanía con nuestro producto.
Pablo García Camacho (Neumann Kaffee Gruppe).
¿Cómo es el consumo de café en Alemania en cifras?
Alemania es el tercer mayor consumidor de café después de los Estados Unidos y el Brasil. Se consumen alrededor de nueve millones y medio de sacos de sesenta kilos de café verde, equivalente a 570.000 toneladas. Es más o menos el 6% del consumo mundial de café. Per cápita, el alemán consume alrededor de siete kilos al año, equivalente a 162 litros de bebida, más que de agua embotellada o de cerveza. El café es la bebida preferida por los alemanes.
¿Con estas cifras, tiene aún margen para crecer el mercado de café en Alemania y en el resto del mundo?
Alemania o, en general, los países tradicionales de importación son mercados que ya no crecen en volumen. Eso obliga a la industria a innovar con nuevos productos y nuevas formas de consumo. Sí hay un crecimiento importante en los mercados emergentes (incluidos los países exportadores), cuyo consumo de café llega a crecer entre un 5% y un 10% anual.
La ‘Speicherstadt’ (‘ciudad almacén’) de Hamburgo, recientemente designada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Hay países que en su afán por modernizarse y adoptar el estilo de vida occidental, adoptan el café como parte de él y lo adaptan a sus propias tradiciones. El mercado global crece a un ritmo del 2% anual, independientemente de los ciclos económicos. Eso son dos millones de sacos, que es una cifra importante para un mercado tan maduro y una mercancía tan tradicional como es el café.
¿Qué porcentaje de la producción mundial proviene de Latinoamérica y, de este, qué porcentaje viene a Europa?
Latinoaméricaproduce 82 millones de sacos y exporta alrededor de sesenta millones de sacos, que es el equivalente, más o menos, al 60% de las exportaciones mundiales de café. O sea, Latinoamérica, con Brasil en primera instancia, segundo Colombia y luego los países centroamericanos, es la principal productora de café arábico. Más o menos la mitad viene hacia Europa. El resto iría hacia Estados Unidos, Japón, y otros mercados. Alemania consume 9,6 millones de sacos de café, de los cuales estimamos que 6 millones vienen de Latinoamérica. Brasil, Honduras y Colombia son los tres proveedores principales.
El de Colombia tiene fama de ser el mejor café del mundo. Usted es de allá. ¿Cómo acabó dirigiendo Neumann Kaffee Gruppe?
Mi origen es colombiano, aunque crecí en Hamburgo. Vine con doce años. Y con gran orgullo represento ambas banderas, tanto la alemana como la colombiana en esta empresa. Es una empresa familiar dedicada tanto al comercio de la materia prima (lo que llamamos el café verde) como a la prestación de servicios en torno a él (de logística, de seguros, de asesoría). Sin duda ayuda mi origen colombiano a intermediar entre estos dos mundos.
El café fue uno de los productos pioneros en el comercio entre Alemania y Latinoamérica. ¿Va a seguir siendo importante?
Al café se le unirán otras materias primas, otros productos industrializados y otros servicios conforme se vayan desarrollando las economías latinoamericanas. Bien sea por inversión alemana allá o por el desarrollo de las compañías latinoamericanas, que también vienen y se implantan en Europa y aquí.
Alemania consume más de medio millón de toneladas anuales de café: siete kilos por persona. O sea, cada alemán bebe 172 litros de café al año.
Pero el café es un producto diferente, único, porque une los pueblos. El café es pasión, es emoción. El café trae estabilidad social en el campo… difícilmente se puede decir todo esto de cualquier otra mercancía o producto industrial. Yo creo que el café va a seguir siendo uno de los vínculos principales en las relaciones tanto económicas como políticas y amistosas entre Alemania y América Latina. Evidentemente, todo esto tiene que ser dentro de un marco remunerativo para el productor.
Eso es muy importante en Latinoamérica, donde los monocultivos dejan a países enteros a merced del precio de una materia prima. Empresas grandes que puedan garantizar un precio de compra es importante para dar seguridad a los pequeños productores.
Efectivamente. Y yo creo que eso se puede hacer con mucho respeto hacia el productor. El café es un producto especial. No es, propiamente dicho, una materia prima, una ‘commodity’, aunque se trace también en los mercados de futuros. Y no hay que olvidar que 25 millones de familias en el mundo viven de la producción de café. Sólo es comparable, quizá, el caso del cacao: la palma de aceite, la soja… son cultivos de grandes extensiones que no ocupan tanta mano de obra. Si al productor cafetero le va mal, a nosotros nos va mal. Porque nosotros, a diferencia de otras compañías que tocan otras materias primas, nos dedicamos exclusivamente al café. Somos un puente entre los países productores y la industria en los países importadores. El café significa vínculos emocionales y comerciales que, en mi opinión, son únicos entre una Alemania y América Latina.
Café puesto a secar ocupando un carril de una carretera cercana a Jucuarán, en San Salvador.