No hay cosa más afrodisíaca que la propia palabra ‘afrodisíaco’.
Basta que uno la nombre para que un cosquilleo invada el estómago y suba los colores a la cara.
Si, porque la mente es el afrodisíaco más potente, sin dudas.
Pero más allá de las leyendas, los mariscos, los chocolates o de las miradas a la luz de las velas, nadie se atreve a negar que uno de los mayores afrodisíacos es el vino.
Fisiológicamente hablando, hay un par de explicaciones racionales para esto: esta bebida alcohólica es un vasodilatador que hace fluir más rápido la sangre en las venas, que relaja y ante todo (y aquí recide su gran appeal) desinhibe.
Podríamos decir que es una bebida vaso-desinhibidora.
Una copa de vino y la vergüenza queda exiliada en la parte más lejana del cerebro y hasta la persona más tímida siente fluir las palabras y la seducción desde su boca.
¿No han notado ese destello mágico que se instala en la mirada después de la primer copa?
No por nada Shakespeare llamaba a las bebidas alcohólicas como el Jesuitismo de los instintos sexuales.
Mis recomendaciones:
Amaya es un vino cargado de afecto, preñado de amor.
Este vino es parte de una cadena de eslabones perfectamente embonados que arrancan en un terruño y con un par de manos soñadoras hasta terminar en una copa, rodeado por otras manos soñadoras.
Malbec de Zuccardi: dice mucho más que su etiqueta. Allí solo se estampa su identificación, pero el adn tiene muchos más cromosomas latiendo: el de su enólogo, el del bodeguero, el de la persona que visitó las uvas días tras días y se animó en el otoño a cortarlas, el de quién vigilo su sueño enriquecedor en las barricas.
Cada uno de las partes de su proceso están adobadas por buenas intenciones.
Fabre Montmyou: nos regala sensaciones Mágicamente disfrazadas de aromas a frutos rojos, escondidas detrás de destellos de vainilla, agazapadas en taninos potentes, asomadas al borde morado de su brillo, de la mano de toques de madera y chocolate.
Madero Syrah en el que cada sorbo es un viaje a los sentidos y un paseo por el fascinante mundo de las sensaciones, de color Profundo de una gran concentración con matices rojo rubí y brillo intenso, nos regala aroma complejo e intenso, largo y seductor.
Il Borro cabernet con Notas a mermelada de frambuesa, cerezas negras, ciruela pasa, que dan paso luego a notas especiadas como laurel, pimienta negra y cacao amargo y en boca nos deleita con entrada suave, taninos dulces muy elegantes, bien estructurado. Textura aterciopelada, larga persistencia en boca y de final sutil.
Beronia Rioja
Este Mazuelo nos regala a la vista rojo picota granate con tonos ocres suaves. Cubierto, limpio y brillante, sensaciones florales junto con vainilla y compota de mora. Hay tonos balsámicos, cuero, especias y frutos secos con pasas. Su paladar es muy estructurado con sensaciones fuertes aglomeradas en un principio. Tabaco, vainilla, cueros, leñoso. Es un vino tánico, largo, con sensación ácida.
– Luigi Bosca Reserva Malbec :
Esta hermosa emblematica Bodega se ubica en la región de Mendoza en Argentina y es dirigida por el encantador y talentoso Alberto Arizu, propietario de la misma este sabroso tinto con cuerpo nos muestra color rojo rubí intenso. Presenta aromas de frutos rojos maduros, especias y pimienta negra. La intensidad de su entrada en boca se complementa con la suavidad y dulzor de los taninos. Un vino de gran cuerpo y estructura.
Una hora de decantación lo hará explotar en sensaciones sensoriales, un sinfín de aromas se despiertan al apenas agitarlo y una seguidilla de sensaciones puede atacar en boca con solo hacerlo jugar en el paladar .
sus fichas técnicas apenas esbozan las delicias que inventa y las mezclas que resalta de manera magistral.
Gómez Cruzado:
Este esplendido tempranillo nos regala a la vista un bonito color cereza granate, bien cubierto de capa. Intenso y complejo en nariz, donde despliega una rica gama aromática que recuerda frutos rojos, minerales, hierbas aromáticas, flores silvestres y pastelería.
Entra en boca golosamente y su paso se muestra carnoso y expresivo, donde hay una notable presencia de taninos dulces. Final largo y persistente, dominado por notas aromáticas que remiten a la nariz.
Así, bebiendo y hablando sobre vino es como se aprende. Sí, ni más ni menos que como cualquier otro placer.