Pocos placeres son tan maravillosos, como el de escuchar ópera, pero abrir mi ventana por la mañana y tener frente a mi la opera Garnier de Paris, mientras saboreo buen café en mi hermosa suite del hotel Intercontinental Le Grand es una experiencia sublime.
Aunque a cada paso París devela una sorpresa, hay unas que superan a las demás por el impacto que causan en las personas. Siendo la capital más famosa del mundo es común que tenga una gran oferta de hoteles, pero memorable, El Intercontinental Paris Le Grand .
Es más que un hotel, es donde se materializan las fantasías de los huéspedes de vivir un viaje en el tiempo. Con una amplia historia de fondo, el hotel tiene una ubicación estratégica en plena plaza de la Ópera en el distrito IX de París, reconocido por su oferta cultural, sus museos y arquitectura.
Una vez que se entra al hotel ya no se es la misma persona. Al entrar, los huéspedes son recibidos por un impresionante lobby, que es bañado por la luz que entra a través del emplomado de vidrio piramidal del techo. La blancura del piso contrasta con las grandes alfombras laterales, sobre las que descansan cómodos sillones, y las escayolas que decoran las columnas de la arquería con elegantes ventanas de madera, nos recuerdan a los grandes salones antiguos en los que el gusto refinado era el común denominador. A este clasicismo encantador se suma el placer de escuchar la música del piano por las tardes tomando una copa de Moet chandon, o mientras se lee y se deja pasar el tiempo, sin prisas y en forma tranquila.
El lobby da paso a la inmensidad del hotel, en el que se distribuyen 470 habitaciones, 70 suites, dos restaurantes, un bar, cafetería, gimnasio con sauna y spa. Al estar ubicado a un costado de la Ópera de París, algunas habitaciones tienen una vista única a la misma. Otro con vista privilegiada es el Café de la Paix, ideal para tomar café o deleitarse con los platillos de cocina tradicional y de temporada.
Las habitaciones están decoradas con todo el romanticismo de época, en el que los muros están cubiertos por tapicería, y bouquets de coloridas flores dan la bienvenida al entrar. Las muchas amenidades destinadas a hacer la estancia placentera, incluyen albornoces y productos de L´Occitane, en tanto que los sueños se arropan entre sábanas de algodón egipcio de un blanco inmaculado.
El director del hotel es el talentoso Christophe Laure, que con su experiencia y conocimientos ha logrado posicionar al Intercontinental Le Grand como el iman para los viajeros mas conocedores y para los amantes de la joie de vivre.