Tener la sensibilidad, la atingencia e incluso la diplomacia para decir y hacer lo correcto en la intimidad junto a nuestra pareja (novi@ o espos@) no es nada sencillo.
A veces, llegar a un nivel de confianza y de conocimiento del otro, incluso cuando damos por sentados los pensamientos y las emociones de esa persona a la que amamos, podemos, consciente o inconscientemente, con nuestras palabras y acciones, lastimarla irreversiblemente y, de paso, también afectar de manera severa nuestra relación.
Prácticamente todo lo que hacemos en nuestra vida diaria, incluida la interacción íntimo-sexual con la pareja, lleva implícito un proceso de comunicación que bien puede ser a través del diálogo y la conversación o también por medio de una especie de lenguaje en el que ya no es necesario recurrir a las palabras porque las miradas, los gestos o las caricias se convierten en protagonistas.
Sin embargo, así como hemos logrado desarrollar cierta sensibilidad y conocimiento para saber qué es lo que le agrada a nuestra pareja en el terreno sexual, también, en la mayoría de los casos por egoísmo, hemos permitido que por medio de las palabras y falta de tacto nuestra intimidad se deteriore porque, abusando de la confianza, decimos cosas terribles en los momentos más inoportunos, carcomiendo a niveles inimaginables la autoestima del hombre o la mujer con quienes compartimos la alcoba.
Y al decir cosas inconvenientes no todo el tiempo somos conscientes de que estamos afectando o lastimando a la otra persona.
Inclusive podemos hacer algún comentario que a nosotros nos puede parecer inofensivo, pero que en el ánimo del otro resulta devastador. ¿Un par de ejemplos, señoras? Decirle a nuestro esposo “no me importa que no estés como esos tipos del gimnasio; me encantas con esa pancita” o “no cabe duda de que están equivocados aquéllos que aseguran que el tamaño importa, ¿verdad, mi amor?”
¡Boom!
De igual forma los hombres también suelen ser sumamente hirientes sin saberlo (o ¿sí lo sabrán?). ¿Qué tal si en pleno trance amatorio, en cierta postura sexual muy recurrida, se le ocurre decirle a su mujer: “Pues a mí me parece que la celulitis te hace ver muy real” o “mira, mi vida, te está saliendo un lunar con vellos justo en medio de la espalda”.
¡Demoledor!
Amig@s, tenemos que ser muy cuidados@s para que nuestra lengua no perjudique las dinámicas que tanto disfrutamos en la cama al lado de nuestra pareja.
El hecho de llevar cinco, 10, 15 ó 20 años de matrimonio no nos exime de poner empeño en hacer sentir bien a nuestr@s novi@s o espos@s. Por lo mismo, es trascendental que hagan de la comunicación su principal aliada, porque es evidente que el paso de los años nos afecta a todos, quizá a algunos más que a otros, pero irreductiblemente el transcurso de los años debe convertirnos en individuos más sensibles, más perceptivos, más comprensivos, más cariñosos y más educados respecto a nuestra pareja. Inténtenlo y ai me cuentan cómo les fue…