Parte importante, por no decir sumamente trascendental, de la intimidad de las parejas y, por supuesto, también del hombre y de la mujer por separado, los juegos sexuales o eróticos estimulan simultáneamente tanto al cuerpo como a la mente. No debemos olvidar que no hay órgano sexual más poderoso que nuestro cerebro, razón por la cual no debemos dejarlos fuera nunca de nuestra cotidianeidad sexual.
Vivimos días vertiginosos donde el estrés y las responsabilidades nos aniquilan física y emocionalmente, lo que provoca que la convivencia con nuestras parejas se vea severamente afectada y eso incluye la sexualidad. Hay ocasiones en que al llegar a casa prácticamente no queremos saber absolutamente nada de nada, sólo queremos arrojarnos a nuestra cama, cerrar los ojos y olvidarnos de todo, situación que poco a poco nos va alejando de nuestra pareja y también va mermando nuestra capacidad de vincularnos con ella sexualmente hablando.
Los besos, las caricias, las palabras incitantes, la situaciones sexis y los llamados juegos de rol obviamente se van quedando rezagados cuando hay situaciones y circunstancias cotidianas que nos obligan a ubicar al sexo cada vez más abajo en nuestra lista de prioridades individuales y de pareja. Por eso, siempre es importante que podamos darnos un tiempo, siquiera unos cuantos minutos, para desconectarnos de la realidad y dejar que sea nuestra zona erógena más importante (nuestra mente) la que ocupe el asiento de conductor.
Tomando en cuenta la comunicación que tengamos con nuestr@ novi@ o nuestr@ espos@ podemos implementar en nuestra intimidad varias situaciones encaminadas a detonar nuestro libido y así estrechar el vínculo emocional y sexual que tenemos con aquella persona a la que amamos. A veces puede funcionar, por ejemplo, inventar una situación en la que tú y él/ella son un par de desconocidos que se conocen en un restaurante, un bar y una discoteca, fingir que no se conocen y erotizarse el uno al otro. Acercarse poco a poco, incluso inventarse un par de nombres, vestir de manera provocativa y sensual… hasta acabar en un hotel o un motel impulsados por la pasión.
Otro juego que les podría funcionar muy bien sería realizar algún juego de mesa con un matiz erótico (¿qué tal un póquer?), acompañado de velas, vino, ropa y un bol donde previamente hayan apuntado en un papelito varias actividades sexuales que les agraden a cada uno (besos en la espalda, sexo oral, alguna posición en específico, etcétera) y cada vez que uno gane elija un papel del bol y el que pierda se someta a los deseos a los del otro. ¡Es un juego de ganar-ganar!
Los disfraces también son una alternativa sumamente recurrida y logran tener un efecto sumamente efectivo, sobre todo en los hombres. Afortunadamente en la actualidad ya existen por todos lados muchísimas sex-shop en las que pueden elegir atuendos que van de lo sencillo a lo espectacular a precios sumamente razonables. Imagínense disfrazados de enfermera, de pirata, de colegiala, de cazador de safari, de súper héroe… ¡el cielo es el límite!
También los juegos de dominación suelen ser recurrentes en algunas parejas y aquí bien pueden entrar en acción diversos utensilios o implementos que les ayuden a llevar a cabo de manera exitosa esta muy interesante práctica. Corbatas, esposas, pañuelos, cualquier cosa que les pueda servir para atar y vendar los ojos de su pareja… aquí el chiste es jugar con la paciencia y la desesperación hasta que alguno ya no pueda más, siempre y cuando ambos estén de acuerdo y cuidando en todo momento uno del otro. ¿Quieren agregar algún elemento “comestible” a esta práctica? Incorporen fresas, crema batida, chocolate líquido, ¡lo que se les antoje!