Hay palabras y nombres que nos cautivan con sólo escucharlos, como si fuesen por si mismos una fuente de magia y de inspiración. Así es Rioja, un nombre concreto, fuerte y con carácter, resuena en los oídos como un murmullo que nace en España y recorre todos los continentes.
En Rioja, también conocida como La de los Siete Valles, cruza el río Ebro en el cuál desembocan siete ríos que descienden de la cordillera ibérica, resultando en una franja de tierra fértil de abundantes plantaciones. Esta particularidad resulta en sus tres regiones, Alta, Media y Baja, y sus climas son influenciados tanto por el clima mediterráneo como el continental. Los muchos viñedos que cubren sus tierras le dan a Rioja un vista espectacular, regalando una paleta de colores que van de los rojizos, a los verdes vibrantes y cálidos dorados.
Este paisaje de ensueño a llevado a esas tierras un atractivo más ligado a su cultura vitivinícola, que es el eno-turismo. Al unir las riquezas históricas de Rioja, entre las que se incluyen zonas declaradas patrimonio de la humanidad, con recorridos por sus viñedos, la experiencia resulta en una aventura que satisface los gustos y expectativas de sus visitantes.
Al visitar la región es imperdible maridar la cocina riojana con su gran oferta de vinos. Basta imaginar el sabor de un bien condimentado chorizo maridado con el suave sabor de un Rioja blanco, o un buen bacalao acompañado de una copa de Tempranillo Rioja Alta, o un arroz con mariscos endulzado con un rosado de sabor carnoso.
Sin embargo, lo más rico de los vinos riojanos y de la cocina española es que no se necesita estar físicamente en la región para sentirse bendecido con sus sabores, y esa es la magia del vino riojano, poder transportar al consumidor en un solo trago a una región tan maravillosa como su imaginación se lo permita.
A pesar de abarcar tan sólo el 1% de la superficie de España, su valor cultural y económico es enorme, y para muestra basta saber que las ventas durante el 2014 fueron de cinco millones de botellas, alcanzando un nuevo máximo histórico de 281 millones de litros, siendo los vinos favoritos los tintos, seguidos por los blancos y finalmente por los rosados.
