No hay vuelta de hoja. Enojarse no es nada agradable. Caer en la oscura dinámica de la ira no es bueno ni para el que la externa ni para quien la recibe. Una vez que se ha destapado esa caja de Pandora no se puede esperar nada positivo para aquéllos que se ven involucrados. Nos hace daño y afecta a los demás, sobre todo cuando hemos elegido como receptáculo (consciente o inconscientemente) de nuestra furia a alguien a quien amamos, toda vez que ese huracán de adrenalina es capaz de conducirnos, sin exagerar, a la autodestrucción y a escenarios depresivos nada recomendables.
Sin embargo, como todas las emociones humanas, intentar reprimir la furia también puede hacernos mucho daño, ya que la relación entre el enojo y las enfermedades cardiovasculares es sumamente conocida, tanto que hay estudios científicos que comprueban tangible y contundentemente que tener una permanente actitud hostil incrementa las posibilidades de padecer enfermedades cardíacas.
Cuando se trata de las relaciones de pareja es común que, debido a las diferencias obvias y naturales (más allá de las referentes a la cuestión de género) entre los involucrados, se presenten discusiones que deriven en enojos, algunos más fuertes que otros; pero debemos entender que un entorno de estas características se presenta porque existe amor, y donde hay amor también hay temor. Por ello, es trascendental que logremos encontrar mecanismos que nos permitan manejar la ansiedad, la frustración y el dolor, detonantes indiscutibles del enojo.
Un estudio muy reciente publicado por la Universidad de Ámsterdam, Holanda, señala que el enojo también suele ser considerado una herramienta para lograr negociaciones, pues enfatiza la necesidad de arreglar un problema y facilita la existencia de concesiones para alcanzar un acuerdo.
Pero, mucho ojo, esto no significa que vamos a ganar todas las discusiones, aunque expresar nuestras molestias definitivamente allanará el camino para que podamos mejorar nuestras relaciones. No hay que olvidarnos que somos dueños de nuestros sentimientos y nuestras emociones, por lo que somos 100% responsables de lo que hacemos con ellos.
Los conflictos nos deben conducir a entornos de cambio frecuente, pero de ninguna manera podemos y debemos adoptar una actitud de agresión y enojo de 24×7 hacia todo aquello que nos rodea. La ira puede ser una poderosa energía, que si la utilizamos de modo creativo nos hará mejores personas. Hacer ejercicio, escribir y meditar complementarán adecuadamente todo aquello que buscamos mejorar porque, al final del día, nada se soluciona sólo con gritos y sombrerazos.
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Pamela y Tommy: un verdadero amor apache
Se conocieron en 1995 para casarse a menos de 100 horas de haberse visto por primera vez en sus vidas. Han protagonizado verdaderos escándalos públicos y privados que dan fe del agresivo carácter que poseen. Hasta 2008, año en el que rompieron de manera definitiva, se separaron y se reconciliaron en múltiples ocasiones… nadie puede igualar el récord de enojos que durante 13 años acumularon la actriz canadiense Pamela Anderson y el baterista de Mötley Crüe, Tommy Lee. ¡Dios los hace y ellos se juntan!
CONSULTORIO
Pregunta.- A últimas fechas mi esposo y yo hemos estado de muy mal humor. A veces él, a veces yo, a veces los dos al mismo tiempo y eso ha provocado que tengamos unas discusiones y unos enojos terribles. Yo lo amo y sé que él a mi también, pero no me explico porque recientemente hemos caído en dinámicas de mucha tensión. ¿Qué puedo hacer? –Mariana Bautista (Ciudad de México)
Respuesta.- Seguramente la cotidianeidad les ha aportado a ambos muchísimos elementos para estar estresados y al estar sumamente cercanos uno del otro eso provoca que exploten y tengan esas fuertes discusiones. Dialoguen mucho, exterioricen aquello que los está llenando de enojo (estoy segura que pueden ser factores externos a su relación)… incluso creo que ya va siendo tiempo que se tomen unas vacaciones.