Porque yo me lo merezco…
Andamos por la vida creyendo que tenemos el derecho de obtener todo lo que queremos; creemos que nos lo merecemos. Exigimos y demandamos que los demás nos den reconocimiento, atención y que nos dediquen hasta su tiempo. No falta la arrogancia de creer que nos merecemos una promoción, más dinero, una linda casa, un auto último modelo, etc. Tristemente, se nos olvida que nadie nos debe ni nos garantiza nada. Lo único que nos pertenece es la posibilidad de decidir qué hacemos con nuestra vida y con lo que nos toca.
Es la obligación la que nos da el derecho de dar. Cuando todos damos, todos recibimos más
¡Qué injusta es la vida para algunos ante los ojos de Mina! Siente que la vida le debe ya que todo lo que ha tenido se lo ha quitado sin darle la oportunidad de que se reponga. En un periodo muy corto perdió a su marido debido a un ataque cardíaco, a su padre con quién tenía una relación muy cercana y finalmente a su madre que acaba de morir después de sufrir un accidente inesperado.
Si bien tiene tres bellas hijas que la quieren y la cuidan, un trabajo estable y hermanos que la protegen y se aseguran de que no le falte nada, Mina se siente muy sola, con un vacío enorme y sin consuelo.
Pasaron unos meses y los hermanos se juntaron para leer el testamento que dejaron sus padres. Mina, antes de que se leyeran los deseos plasmados en los documentos legales, pidió la palabra. Con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa anunció que independientemente de lo que figuraba en el testamento, ella merecía ser la única heredera de toda la fortuna de los padres incluyendo la casa y las cuentas en el banco. Justificaba su posición explicando que ella era viuda, tenía tres hijas que mantener y además, sus tres hermanos gozaban de una excelente posición económica.
Mina se volvió demandante y exigente. Está convencida que la vida tiene una deuda con ella, cree que sin la herencia de sus padres no podrá subsistir, se queja de que sus hermanos no la entienden y que son muy egoístas al no querer darle lo que ella se merece.
Sus hermanos que siempre la han protegido, le han asegurado que nada le va a faltar pero que la herencia debe ser repartida de acuerdo al testamento. Mina no puede aceptar esto y continúa siendo demandante e irrazonable. Esto llevó a que finalmente, ella y sus hermanos dejaran de hablarse. Mina no entiende lo injusta que se ha tornado.
Si bien es cierto que ha tenido una vida más difícil y complicada que sus hermanos, eso no es motivo para merecer más. Todo lo que poseemos es una bendición y un privilegio, no un derecho. Muchas veces lo que tenemos quizá no es lo que queremos pero tenemos que aceptarlo y hacer lo mejor que podemos a partir de ello.
La Receta
Vivir sin pretensiones ilusas
INGREDIENTES
- 1 taza de realidad
- 2 cucharadas de aprecio
- 1 sobrecito de humildad
- 1 manojo de generosidad
- 1 ramita de entrega
- 1 pizca de conformismo
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
Cuando se carece de gratitud y valoración aparece la arrogancia
MODO DE PREPARACIÓN
- Se puede pedir, buscar y/o trabajar por aquello que se desea o necesita, mas no se puede exigir que las cosas sucedan tal como uno espera. La vida es un regalo que nos da sólo el derecho de estar vivos. Asumir que merecemos algo y tomarlo como un hecho es crear una falsedad que provoca enojo y resentimiento; nadie nos debe nada.
- Saber dar las gracias sinceramente, aumenta la felicidad y el bienestar personal. Cuando se vive con una actitud de gratitud, uno se vuelve más bondadoso y menos egoísta. Aprende a dar sin pedir nada a cambio y a apreciar lo que se tiene, sin estar fijándose o codiciando lo que otros tengan.
- Es mejor concentrarse en las obligaciones y no en los derechos. Las primeras predisponen a la persona a dar, a compartir, a tener aceptación y ser responsables. En cambio, los derechos, el querer exigir y recibir, revela las carencias y crea una fuerte dependencia que lleva a aumentar un gran vacío que nunca se llena.