¡Amigos de lo ajeno, Qué ira tan grande cuando nos roban algo personal!
Julián no sabe como decirles a sus padres que le han robado su teléfono. Este joven, trabajó todo el verano mientras sus amigos se divertían, para poder juntar dinero y comprarse el último modelo de teléfono celular.
Al comenzar nuevamente el año escolar, Julián llegó muy orgulloso con su teléfono a la escuela. Sus amigos estaban admirados por el teléfono y por la perseverancia de Julián.
Ten cuidado con lo que cocinas porque te lo puedes llegar a comer tú.
Pronto comenzó la rutina escolar. Julián pertenecía al equipo de béisbol y antes de dirigirse a la práctica, guardó meticulosamente su teléfono en un compartimiento secreto dentro de su mochila y la colocó en un casillero.
Manolo, un compañero de la clase, observó con atención todos los movimientos de Julián ya que ansiaba apoderarse del nuevo teléfono para poder venderlo y obtener dinero. En cuanto sintió que nadie lo estaba mirando fue a sacar rápidamente el teléfono de la mochila de Julián, Sin culpas ni dudas, Manolo regresó a la práctica pretendiendo que solo se había retrasado un par de minutos.
Al finalizar el día de escuela, Julián se encontró con su hermano mayor y su madre, quien se encontraba molesta ya que había tratado de comunicarse telefónicamente pero él nunca respondió al llamado. Julián buscó el aparato para demostrar a su madre que no había recibido ningún llamado. Fue allí que se encontró con la sorpresa de que de su teléfono había desaparecido. Sintió que le ardían hasta las orejas. No sabía como decírselo a su mamá. En eso se le acercó un compañero de clase y le comentó: «Vi a Manolo con tu teléfono y lo estaba tratando de vender.».
Julián puso a su familia al tanto de lo que estaba sucediendo y se comunicó también con su padre, Sergio. El papá localizó el teléfono de Manolo y lo citó inmediatamente. Este accedió a reunirse con Julián y su papá por miedo que de lo contrario lo denunciaran a la policía. Sergio le advirtió al joven que no estaban jugando y exigió que le regresara el teléfono de inmediato. Manolo respondió con mucha tranquilidad que eso era imposible ya que él ya no lo poseía. Sergio, entonces, con astucia, le pidió que le prestara su teléfono celular por un instante. Sin reflexionar, Manolo se lo entregó. Para su sorpresa, Sergio le dijo: «En cuanto me regreses el teléfono de mi hijo te regresaré el tuyo.» Manolo se enfureció y gritó: «Usted no se puede quedar con mi teléfono, eso es abusar de un menor, ¡ratero!» Este muchacho reclamaba que no era justo que le hubieran quitado el teléfono sin ninguna conciencia ni reconocimiento de que esto es exactamente lo mismo que él había hecho. Sergio concluyó:»Si no regresas el teléfono de Julián hoy mismo, voy a llamar a tus padres, a la escuela y a la policía.»
Unas horas más tardes, Manolo volvió a reunirse con Julián y su familia. Esta vez a Manolo lo acompañaba su padre quien se mantuvo alejado. Manolo le entregó a Julián un teléfono nuevo ya que al otro lo había vendido por $70 dólares. Su papá tuvo que prestarle más dinero para que pudiera comprarle uno nuevo a Julián ya que costaba $400 dólares.
Julián estaba contento de obtener nuevamente un teléfono, Manolo no mostró ningún arrepentimiento y estaba contento de que Sergio le devolvió su teléfono. Sergio, en cambio, estaba muy enojado por la falta de principios y valores de este muchacho y su familia.
LA RECETA
Reconociendo el valor de los demás
INGREDIENTES
- 1 taza de conciencia
- 2 cucharadas grandes de respeto
- 4 rebanadas de consideración
- 1 vaina de límites
- 3 gotas de humildad
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
Asegúrese de mezclar todos y cada uno de los ingredientes, sazónelos con los condimentos que le sirvan mejor y disfrute de una plena vida. Comparta sus ricas recetas.
MODO DE PREPARACIÓN
- Actuar sin tomar en cuenta al otro es como cocinar sin sabor. Cuando se piensa y se actúa en función de las personas que nos rodean, las recetas toman un valor más importante y adquieren un mejor sabor
- Cuando uno se conduce con respeto, genera respeto mutuo. El cocinero que reconoce su lugar en el mundo, se comporta con humildad y honestidad logrando una temperatura cálida y obteniendo un lugar especial en la vida de los demás.
- Hay que saber dar lo que se pide. No es justo exigir lo que uno no está dispuesto a dar.