Con vestido en mano, invitaciones entregadas la boda no se discute.
Margarita estaba a pocos días de su casamiento con Poncho y lejos de estar emocionada y radiante, se sentía acongojada, llena de dudas y miedos que trataba de ignorar. Casi como al pasar le comentó a su amiga que descubrió que su novio bebe a escondidas, mira material pornográfico en la computadora y de repente desaparece por un par de días con justificaciones un poco dudosas.
Cuando lo confronta, Pancho no le contesta nada, la ignora o le dice que no desea discutir. Luego agrega que ella no debiera iniciar una pelea, haciéndola sentir culpable. Margarita sufre en silencio ya que no puede hablar con él, pero tampoco quiere arruinar su relación antes de casarse. Entonces evade el problema y se concentra en los preparativos para la boda.
Su amiga le aconseja que quizá debiera tomarse un poco más de tiempo y no precipitar su boda. Margarita ignora el comentario y prefiere cambiar de tema.
Pasados unos días Margarita se comunica con su amiga para contarle que todo está muy bien y tranquilo, se siente más contenta y le pregunta si puede ayudarle a elegir los arreglos florales para la boda.
Pasaron casi dos años desde el día del casamiento y Margarita y Poncho tienen gemelos. Los problemas que se entreveían antes de la boda no sólo que no han desaparecido sino que han aumentado. No resulta sorprendente que Margarita casi no reciba ayuda de su esposo ya que cada vez que ella pide algo, él la ignora. Pancho hoy en día bebe más que nunca y lo hace abiertamente. Cuando se enoja se pone violento, rompe cosas y grita groserías. La situación ha empeorado tanto que Margarita ha tenido que llamar a la policía.
Lamentablemente, era tan grande el deseo que Margarita había tenido por casarse, que prefirió hacer la vista gorda y oídos sordos a las señales que Poncho le estaba dando. Tanta ilusión tenía de ponerse un vestido blanco, de tener una fiesta inolvidable y tener un hogar, que se convenció a si misma que aquello que le preocupaba iba a resolverse o cambiar por la magia del casamiento.
Pero la realidad nos demuestra que la fiesta de bodas dura unas pocas horas, mientras que las consecuencias de una pobre elección hay que cargarlas por muy largos años y aún a veces, por toda la vida.
LA RECETA
Buscando tú media naranja
INGREDIENTES
- 1 Taza de Madurez
- 2 Cucharaditas de Paciencia
- 1 Racimo de Apertura
- 1 Sobrecito de Realismo
- 3 Gotas de Sentido común
- 1Manojo de Valentía
- 1 Litro de Conciencia
- Rocíe unas gotas de tiempo
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
MODO DE PREPARACIÓN
Quizá una de las decisiones más importantes de la vida es decidir con quien nos vamos a casar; quien va hacer la persona con la que compartiremos el pan el resto de la vida. Para lograr tener una relación sólida y duradera, para vivir en una relación comprometida, es fundamental hacer una elección adecuada con la suficiente madurez y conciencia que solo el sentido común, el tiempo y el realismo nos pueden otorgar. Para evitar lamentaciones y decepciones futuras es necesario tener la valentía suficiente para aceptar, querer y respetar a la persona que estamos eligiendo, con sus virtudes y sobre todo con sus defectos. Jamás hay que esperar que la persona pueda cambiar con el tiempo, ya que de ser así, el cambio probablemente será en algún sentido contrario al que esperábamos.
Cuando compramos nuestros ingredientes en la gran plaza de la vida, debemos elegir bien y recordar exactamente lo que compramos, ya que esto es lo que vamos a tener; no podemos pedir lo que nunca compramos. Nuestra media naranja, es más que un simple ingrediente; cuando encontramos nuestra alma gemela, ésta se convierte en el complemento perfecto para todos nuestros platillos.
Para hallarla es crucial evitar ser deslumbrados por la cáscara y se debe en cambio, percibir la esencia; dejar solamente de ver la presentación y concentrarse en vez, en buscar un gran corazón, dejar de ver el precio, y encontrar los ricos valores y sentimientos que nos están ofreciendo.
Un cocinero sabe cuando encuentra su media naranja, es el día que con una simple mirada obtiene una gran explicación.