Sobre todo, cuando se trata de las personas que más queremos: nuestros hijos
En una sociedad que está altamente enfocada al éxito y se fomenta el orgullo, es difícil admitir errores. Es importante tener valor, apertura y buena disposición para poder escuchar los comentarios y las recomendaciones que otras personas hacen acerca de nosotros y de nuestros seres queridos, por más doloroso e incómodo que esto sea. Ubicarnos en la realidad, ser humildes y poder aceptar la crítica como un instrumento de crecimiento es sin duda un buen indicio para poder mejorar.
La indiferencia facilita la tolerancia de los errores. Cuando uno quiere de verdad sufre al ver que la persona querida se equivoca.
Los hijos de Olivia tienen una mala reputación en la escuela ya que son inquietos, se portan mal y no les gusta estudiar. Especialmente Gerardo, el hijo mayor, tiene grandes problemas de disciplina en la clase por lo cual prácticamente vive en la dirección. Para él las clases son aburridísimas y considera que los maestros no se preparan bien por lo que rápidamente pierden el control de los alumnos y la materia se vuelve pesada y extremadamente aburrida.
Olivia ya se cansó de tener que sentarse en la oficina del director y escuchar todas las quejas y los reproches de los distintos profesores. Ella insiste que el problema con sus hijos es algo que la escuela debe resolver; ella no es la maestra y en su casa los niños se portan bien. Cree que definitivamente es responsabilidad y obligación de la escuela educar y controlar a sus alumnos, sobre todo en una escuela paga.
Olivia ya dejó de asistir a las reuniones cada vez que la llaman. De hecho, cuando a Gerardo lo mandan a la oficina por su mal comportamiento, las secretarias hasta ya se ríen y lo ponen a trabajar. Saben que su mamá no va a aparecer por allí y que realmente no hay nada que hacer.
Hace un par de semanas Olivia fue a una comida con todas sus amigas. Algunas de estas le insinuaron que debería hacer algo con respecto a sus hijos. Le aconsejaron que fuera a las juntas para poder conversar con los maestros y ver que podían juntos hacer para que los niños se portaran y estudiaran mejor. Sus amigas opinaban que lo que estaban haciendo los niños ahora, podía afectarles en el futuro y en el ingreso a una buena universidad. Otras amigas tan sólo comentaban en secreto sin entender la falta de interés de Olivia para con sus hijos.
Olivia, una mujer franca y sin pelos en la lengua cayó por un momento a todas las mujeres y les dijo: «Señoras, yo no me presento a las conferencias con los maestr o s ni a las juntas de la escuela porque realmente me cuesta mucho trabajo escuchar críticas acerca de mis hijos. Yo sé que mis niños son buenas personas y la escuela tiene la obligación de entenderlos y ayudarlos. A mí me duele escuchar cosas malas de ellos porque los quiero demasiado. Para escuchar críticas, mejor no voy.»
La Receta
La Crítica constructiva, aprendiendo y creciendo con ella
INGREDIENTES
- 1 taza de cariño e interés
- 2 rebanadas de buenas intenciones
- 1 cucharada de verdad
- 3 gotas de prudencia
- 1 manojo de compasión
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
Criticar duramente se percibe como un ataque, hiere y no lleva a buenos resultados
MODO DE PREPARACIÓN
- Una crítica constructiva es una enseñanza valiosa. Una crítica dicha en un tono amable, genuino y con cariño ayuda a crear una conciencia de las acciones y los errores propios. Ofrece una buena oportunidad para crecer y desarrollar el potencial de uno.
- La crítica puede salvar a uno de cometer aun más errores. Es incómodo y doloroso escuchar críticas, sin embargo es más penoso vivir repitiendo los mismos errores constantemente. Un buen consejo puede salvar hasta la peor crisis.
- Hay que reconocer que es difícil aceptar una crítica. Esta lastima el orgullo personal, generalmente llega inesperadamente y sin pedirla. Por lo tanto, es importante buscar las palabras, el momento y el lugar preciso para poder comunicar efectivamente y lograr un cambio positivo en la persona a la que se quiere ayudar.