Hay que saber perder aunque nos duela
Guillermo había sido siempre un comerciante habilidoso y exitoso. Pero en el complicado mundo de los negocios, no todo resulta como uno lo planea.
Guillermo perdió un gran monto de dinero. Como no era un hombre que se dejara vencer fácilmente, decidió continuar invirtiendo en el mismo negocio. Pronto las pérdidas y los gastos aumentaron. Guillermo, no podía aceptar su perdida. Estaba seguro que pronto la situación cambiaría y el negocio mejoraría; todo era cuestión de tiempo. Guillermo creía que no tenía nada que ver con que el negocio no funcionaba; estaba convencido que pronto podría revertir la situación, recuperar las pérdidas e incluso ganar en forma considerable. Para ello comenzó a pedir préstamos bancarios.
Lamentablemente la situación económica del país no ayudaba y Guillermo se encontró más hundido que nunca. Su esposa y sus hijos le aconsejaron y le rogaron que no continuara, creían que lo que estaba haciendo era riesgoso ya que las deudas continuaban aumentando. Pero Guillermo estaba convencido de lo que debía hacer. Sin escuchar a nadie comenzó a hipotecar sus propiedades para conseguir más dinero. Llegó incluso a hipotecar su propio hogar. Su familia le rogó que no lo hiciera. Pero Guillermo aseguraba que tenía que seguir arriesgando para recuperar lo perdido.
En una sociedad donde uno vale sólo cuando tiene bienes materiales, es fácil confundir lo que es realmente importante.
Las deudas continuaron acumulándose y al no poder pagarlas, comenzaron a aparecer juicios de los acreedores, demandas y hasta su propia casa estaba al borde de la perdida. Aumentaron los problemas familiares y la tensión con su mujer. Guillermo empeoró aún más sus problemas cuando le pidió a su hijo Esteban que le saliera de garantía para conseguir otro préstamo. Como no pudo pagar el préstamo ni devolverle el dinero a su hijo, Esteban tuvo que declararse en quiebra. Esto enfureció a su esposa; las discusiones, la distancia y los rencores aumentaron.
Guillermo estaba convencido que todos sus problemas estaban causados por dificultades económicas, jamás se percató todo lo que había afectado con su testarudez . Su orgullo y ceguera le impedían ver cuanto verdaderamente había perdido. Poco a poco, su mundo se comenzó a derrumbar. Guillermo aseguraba que lo más importante era su familia y que continuaba peleando por ellos. Paradójicamente estaba alejándose cada vez más.
Guillermo ha dejado de ver la realidad y de aceptar que por sólo enfocarse en su trabajo, no solamente perdió su negocio, sino que también perdió a su familia y tristemente se perdió a si mismo.
LA RECETA
Hay que saber perder
INGREDIENTES
- I litro de Aceptación
- 1 taza de Resignación
- 5 gotas de Realidad
- 1 cucharada de Flexibilidad
- Balance y Equilibrio según sean necesarios
- 2 cucharaditas de Responsabilidad
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
MODO DE PREPARACIÓN
¡Cuántas veces sucede que por no poder aceptar una pérdida pequeña, se termina perdiendo todo! Perder es un platillo doloroso, difícil de digerir. Hay veces que por no querer aceptar la pérdida, caemos en el propio autoengaño, haciendo creer a todos que estamos luchando por ellos cuando en realidad sólo estamos actuando desde nuestras inseguridades y alimentando nuestro propio orgullo. El propósito principal de todo cocinero debe ser cuidar su cocina y más importante aún, tener a quien cocinarle. Es por eso que cuando se quema la sopa, el Chef tiene que elegir entre estar conciente, ser responsable, aceptar su pérdida y seguir viviendo o simplemente elegir dejarse llevar por su orgullo y dejar que la ceguera lo consuma todo. El cocinero que no admite sus errores y pone la culpa en los otros, al tratar de levantarse vuelve a caer en lo mismo. No puede verse a si mismo como la causa del problema y prefiere creer que el mundo es injusto.
El chef debe elegir sus acciones, valores y metas. No hay precio suficiente para compensar el dolor que le causó a la familia. Confundir la razón de la verdadera lucha, lastimar y dejar de convivir con los seres queridos, es perder la noción del sentido de la vida.
Es imposible que un sólo ingrediente sea capaz de solucionar o dañar todas las recetas. Una vez que se puede aceptar la pérdida, se puede empezar nuevamente y ésta podrá convertirse en un buen aprendizaje.
«Hay que tener en cuenta que no se puede solucionar los problemas con el mismo criterio que se utilizó para crearlos.»A Einstein.