Muchas veces no es tan importante cuanto poseemos sino que hacemos y como nos comportamos con aquello que tenemos. El dinero y las cosas materiales son medios que permiten vivir cómodamente, pueden abrir muchas puertas y ofrecer una sensación de seguridad; sin embargo, no lo son todo. La vida es un poco más compleja que un buen sueldo, una casa grande y mucho dinero para gastar o ahorrar.
Hay personas que con muy poco viven muy bien, y hay personas que teniendo mucho, sufren pensando que no es suficiente lo que han acumulado y que además corren el peligro de que se les pueda terminar, con lo cual, se vuelven muy avaros. Poder disfrutar de lo que se tiene es una gran virtud.
El miedo a perder aquello que se tiene es peor que la perdida en si.
Alberto, de 60 años, vive con su esposa y sus dos hijos aun en edad escolar. Ha trabajado toda su vida y ha logrado tener una posición económica respetable. Tiene bastantes ahorros y un muy buen ingreso. A pesar de ello, Alberto es muy mezquino cuando se trata del dinero.
No le gusta gastar y vive muy limitado, su departamento es bastante pequeño para el tamaño de su familia, le da a su esposa lo mínimo indispensable para vivir y le exige que le de cuentas de absolutamente todo lo que gasta así sea un simple dulce o un jabón para lavar. Él decide que ropa compra para cada uno de sus hijos, que regalos se dan y cuando se adquieren cosas nuevas para la casa.
Su mujer acepta que su marido es un hombre difícil y ha aprendido a adaptarse y a cumplir con sus exigencias. Separa las notas, apunta sus gastos, escribe sus necesidades y trata de arreglarse con lo que él le da. Si bien tiene cubierta sus necesidades básicas, se siente limitada y temerosa de su esposo.
Alberto vive muy pendiente de su dinero, sabe que tienda tiene la pasta de dientes más barata y donde se debe de comprar el azúcar; jamás compra los artículos en el lugar equivocado. Incluso cuando su hija necesitaba una crema para su cara, decidió no comprarla porque en esa tienda costaba un dólar más caro que en la otra. Si bien la pudo haber pagado decidió esperar una semana más hasta tener el tiempo de pasar por el otro negocio.
Muchas veces, unos cuantos centavos no hacen ni más rico ni más pobre a nadie. Si bien no hay duda que es bueno cuidar el dinero, no es sano sólo vivir para eso. Hay que aprender a ganar y a ahorrar pero no hay que llegar al extremo de dejar que el temor irracional a gastar o a perder nos impida disfrutar de la vida y nos quite el gusto por comprar lo que necesitamos.
La Receta
Desprendiéndose del miedo a perder
Ingredientes
- 1 taza de agradecimiento
- 1 racimo de complacencia
- 2 cucharadas de nobleza
- 1 pieza de generosidad
- 3 gotas de alegría
Condimentos:
Confianza, goce y deleite
Recomendación del chef
La falta de generosidad siempre afecta a las relaciones. Sufren tanto la persona que no sabe dar como todos los que la rodean.
Modo de preparación:
- El propósito principal de tener bienes materiales es para poder disfrutarlos y compartirlos. El sentido único de las cosas es el de servir como medio para mejorar la calidad de vida, proteger a las personas que uno quiere y ofrecer tranquilidad. Todo lo que no sirva para este fin contamina y lastima tanto a uno como a los demás.
- Hay que aprender a disfrutar lo que se tiene. Para ser realmente feliz hay que dejar de ver lo que no se tiene o lo que se posee pero no se disfruta por miedo a perderlo. Agradecer, valorar, y compartir los bienes materiales con las personas queridas es la mejor manera de disfrutar y encontrar un buen sentido a la vida.
- Los bienes materiales pueden construir o destruir una vida. Acumular riqueza puede fácilmente esclavizar a cualquier persona, convirtiéndola en un ser egoísta, envidioso y codicioso. Darle al dinero el valor adecuado, libera y otorga una sensación de seguridad maravillosa.