Enojándose con ganas de no perdonar
El enojo es contagioso, molesto y envenena al alma
Aferrarse y no dejar ir al enojo sólo lastima, lleva a desperdiciar oportunidades e impide a los demás disfrutar. Las acusaciones, los insultos y los malos tratos causados por la ira no traen nada bueno a las relaciones personales; sobre todo, cuando se trata de la familia. Acumular sentimientos y no dejarlos ir hace que uno se ciegue, pierda el buen sentido común y contagie su mala vibra.
Cuando aprendemos a perdonar y dejamos ir al enojo fácilmente, definimos nuestra vida por los momentos agradables que disfrutamos y no por los amargos recuerdos que nos lastiman.
En tiempo de vacaciones hay más encuentros familiares y por lo tanto hay más posibilidades de tener conflictos. Estas son algunas historias que hemos escuchado:
Hace un par de semanas atrás, la familia de Eddy quedó en ir a comer a un restaurante en un centro comercial. Debido a un pequeño imprevisto, varios parientes se demoraron casi por una hora. A pesar de que le avisaron a Eddy y lo llamaron varias veces para comunicarle la situación, él decidió esperarlos aunque el pobre muchacho ya tenía tiempo allí y estaba bastante irritado.
Se quedó allí sentado, rumiando y alimentando su enojo. Finalmente toda su familia llegó y fueron al restaurante. Pasaron unos pocos minutos cuando Eddy repentinamente reprochó a todos, muy enojado y en muy mal tono: «Tengo más de dos horas esperando sentado sin hacer nada. La verdad, si hubiera sabido que se iban a demorar tanto me hubiera ido desde el principio». Cuando su madre quiso conversar con él acerca de lo sucedido, Eddy se dio vuelta y la dejó hablando sola; se subió a su auto y dejó a todos sin palabras ya que se fue sin comer y de paso les amargó la tarde a todos.
Por otro lado en la familia Morales también pasó un incidente similar.
Horacio, su esposa y sus hijos ya estaban listos para ir a la playa; sólo faltaba que llegara su hermano, Luis, con su familia.
Una hora y media más tarde finalmente apareció Luis junto con su esposa y sus niños. Horacio estaba furioso. Luis se disculpó muy apenado y reconoció que su hermano tenía razón de estar enojado; sabía que llevaría un buen rato hasta que a Horacio le cambiara su humor. Luis reconoció su culpa y estaba dispuesto a aceptar los reproches que bien merecido los tenía.
Al llegar a la playa todos los familiares estaban dispuestos a pasarla bien y a olvidar el mal rato; desafortunadamente, el único que no podía sobreponerse a su malhumor era Horacio. Continuaba aferrado a su enojo, pensaba constantemente en cómo había tenido que esperar tanto tiempo y la falta de respeto por parte de su hermano. A pesar de que Luis se disculpó varias veces, Horacio continuaba enfadado, callado y se rehusaba a participar de cualquier actividad.
Aquel día Horacio no pudo disfrutar de la playa ni de lo agradable que fue compartir la comida y un buen vino con la familia mientras disfrutaban del atardecer. El no querer dejar ir a su enojo no sólo llevó a Horacio a desperdiciar esa irrepetible oportunidad, sino que también impidió a los demás poder regocijarse y disfrutar plenamente.
LA RECETA
Dejando ir al enojo
INGREDIENTES
- 1 manojo de Sensatez
- 2 cucharadas de Ojo noble
- 3 gotas de Control
- 1 taza de Versatilidad
- 1 puño de Tolerancia
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
Es mayor el daño que causa el enojo a la persona que se aferra a él que a la persona que lo provoca.
MODO DE PREPARACIÓN
- Dejar ir al enojo libera los pensamientos y sentimientos, permitiendo disfrutar cada momento de la vida. El entendimiento, la empatía, el ojo noble y la compasión son ingredientes básicos para poder diluir el enojo. Aferrarse al enojo provoca pérdidas, aislamiento y mucho malestar.
- Hay que aprender a perdonar fácilmente a pesar de que sea difícil. Para vivir con plenitud cada quien debe ser responsable de su acciones y actitudes; estar consciente diariamente de que hay muchas oportunidades para enojarse o para crecer. Vivir agarrado al enojo sólo atrae negatividad, destrucción y mala digestión.
- Hay que tomar la iniciativa para reparar la relación. Ser humilde y sensato, al igual que valorar la relación y el tiempo preciado, ayuda a liberar más rápidamente el enojo. Si sólo se busca la razón se puede perder el corazón.