El día que Lorena se enteró de que su marido tenía un departamento de soltero, fue inmediatamente a buscarlo. Cuando entró, se volvió loca, transformándose en una fiera salvaje, sacando todo su enojo que había reprimido por tantos años. Con alaridos y sollozos rompió todo lo que encontró en su camino: el televisor último modelo, copas de cristal cortado, licores importados y hasta la ropa interior de la amante y de su esposo. Arrojó lo que podía, desgarró con todas sus fuerzas las finas sedas de las telas; en pocos minutos el departamento decorado con tan exquisito lujo quedó deshecho como si hubiera pasado por un terremoto.
Aquel que es capaz de controlar su espíritu es capaz de conquistar una ciudad
El divorcio para Lorena fue inevitable. Descubrió que Manuel, su esposo, no sólo tenía un departamento de soltero que ella desconocía, sino que también la engañaba con su mejor amiga; ésta fue la última gota que necesitaba para terminar con el matrimonio.
¡Tantos años había llevado una vida miserable! ¡De sólo pensar que el sinvergüenza y desgraciado de su esposo llegaba todas las noches a su casa asegurándole que estaba cansado de tanto trabajar! Manuel se lamentaba que no tenía dinero suficiente, que los negocios no marchaban bien y por si fuera poco, le exigía a Lorena que lo atendiera como si fuera un rey. Tenía poca comunicación con su esposa pero la desairaba constantemente y le reprochaba todo lo que ella hacía, decía o pedía.
Lorena se sentía devaluada y miserable, por consiguiente comenzó a descuidarse. No sentía interés alguno por arreglarse, siempre tenía una mirada triste y un rostro lleno de amargura.
La vida cambia y muchas veces más rápido de lo que uno se puede imaginar. Hoy en día, Lorena es una mujer muy atractiva, bien cuidada y con una buena y estable posición económica. Se ríe constantemente, se viste a la moda y tiene un novio que la adora y la hace sentirse muy bien. Lorena se siente bien consigo misma y está orgullosa de haber tenido la fuerza suficiente para terminar su relación con Manuel. Pero hay algo que aún la persigue y no puede perdonarse: no puede olvidar lo bajo que cayó aquel día en que se presentó en el departamento de soltero y rompió todo lo que encontró. Siente que si bien su esposo era un miserable, ella no debió haber bajado a su nivel. Tendría que haber conservado su dignidad. La mala conducta de él no justifica que ella se hubiera rebajado y denigrado a sí misma. Pudo haberse divorciado sin perder el control y su compostura. Lorena rehízo su vida, y la vida le ha sonreído finalmente, sin embargo ese mal sentimiento la persigue hasta el presente.
La Receta
Manteniendo la dignidad
INGREDIENTES
- 1 litro de Control
- 1 taza llena de Honorabilidad
- 1 chorrito de Valor
- 2 cuadritos de Análisis
- Práctica continua
RECOMENDACIÓN DEL CHEF
MODO DE PREPARACIÓN
1. Cuando una persona permite que el enojo se apodere de su alma termina por envenenarse, enloquecerse y perder el control. Actúa y dice cosas que realmente no siente por lo que termina arrepintiéndose. El enojo se asemeja a una olla de alta presión. Este ingrediente se va calentando y la presión va aumentando hasta que finalmente rebalsa y explota arrasando con todo lo que está a su alrededor.
2. Para poder controlar el enojo es necesario entender su fuente y estar consciente que uno no puede controlar las conductas de los otros pero si las propias. Las acciones de los otros generalmente no tienen como objetivo lastimarlo a uno, sino que son el producto de las limitaciones, la inmadurez, la irresponsabilidad o la insensibilidad de la otra persona. Si bien duelen, no están dirigidas específicamente hacia uno. El problema es del otro. Pero si uno no cuenta con suficiente control, honorabilidad y capacidad de análisis, seguramente lo tomará como un ataque personal, aumentará su angustia y se convertirá en una víctima. Si se deja llevar por la furia del momento perderá su dignidad.
3. Lograr controlar el enojo, es poder reinar sobre sí mismo. Lleva a convertirse en una persona extraordinaria, transformando los problemas en oportunidades de crecimiento.