Los aztecas llamaron a este paraíso Cuauhtolco, que significa “lugar donde se adora el madero”; con el paso del tiempo la palabra cambió al actual nombre de Huatulco, lugar donde el Océano Pacífico acaricia las costas de sus 36 impresionantes playas, repartidas a lo largo de nueve bahías, todas dotadas de cálidas aguas y dorada arena.
Situado en la costa del estado de Oaxaca, al borde de las montañas de la Sierra Madre, Huatulco se extiende a lo largo de 32 kilómetros de la costa del Pacífico mexicano, entre los ríos Coyula y Copalita. Se encuentra únicamente a 225 kilómetros de la ciudad de Oaxaca y a 50 minutos en avión desde la Ciudad de México. En la década de 1980, la agencia gubernamental para el fomento del turismo (FONATUIR) comenzó con los planes para el principal centro turístico de la zona, y en 1988, el Parque Nacional de Bahías de Huatulco fue declarado reserva protegida, con una infraestructura turística de clase mundial de hoteles de lujo, restaurantes, clubes nocturnos, antros y campos de golf, y una pequeña zona urbana llamada La Crucecita.
Estoy disfrutando de unos días de esta belleza mexicana casi virgen, de su clima cálido y de sus lindas playas. Me hospedo en el hotel Camino Real Zaashila Huatulco, que combina la armonía entre la naturaleza y la mano del hombre con un estilo arquitectónico del mediterráneo que se extiende sobre la colina a la orilla de la playa Rincón Sabroso.
Su diseño es contemporáneo, sumergido en un asombroso entorno natural, donde se puede disfrutar de una inigualable alberca de 120 metros de longitud, la cual se esculpió frente al complejo, con vista a la Bahía y al extenso azul del Pacífico. Es obra del arquitecto mexicano Javier Sordo Madaleno, uno de los personajes más reconocidos a nivel mundial.
El hotel cuenta con diferentes restaurantes, como Azul Profundo, que posee un concepto gastronómico combinando los elementos exclusivos de los platillos orientales con los colores y sabores únicos característicos de la cocina mexicana. El lugar es lindo, pues se encuentra a la orilla del mar y se puede cenar bajo el cielo estrellado y una acariciante brisa marina.
Entre sus servicios se encuentran una variedad de masajes, así como el servicio a cuartos, boutique, agencia de viajes, lavandería y tintorería.
Quien visite Huatulco, además de disfrutar de sus paradisiacas playas, no debe dejar de probar las delicias de la región, como el famoso mole negro y deleitarse con los aromas del café o un chocolate, y claro, brindar con un típico mezcal.
También, su naturaleza es infinita, es posible disfrutar de cascadas prístinas, ríos impetuosos, fincas cafetaleras y biodiversidad insospechada. Cerros cubiertos de selva baja enmarcan este escenario, que de junio a noviembre son de un verde intenso, y de diciembre a mayo tienen el color café de la estación seca. Se dice que por aquí llegaron los toltecas y Quetzalcóatl, quien plantó una enorme e indestructible cruz….