Alejandro Dumas dijo: “La comida es la parte material de la alimentación, pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento”.
Y cuando ambos se juntan en compañía de buenos amigos, el tiempo y el espacio son perfectos. Y así fue durante una cena en casa de mi
gran amigo Koichi García, un gran hedonista, amante de la comida, de los viajes, de los puros…, quien nos recibió para regalarnos una esplendorosa noche entre grandes pláticas, recuerdos, buenos platillos y buenas bebidas.
Uno de los vinos que llenaron nuestras copas fue Las uvas de la ira – sí, como la conocida novela-, de Cebreros. Un riquísimo vino tinto crianza del productor Daniel Landi Viticultor, de Méntrida, España. Es un tinto de Garnacha, elaborado a partir de uvas de 70 años de edad, cultivadas sobre suelos de pizarra en las parcelas de “El Pescadero”, a 850 metros de altitud, y “La Oliva” entre 900 y 1000 metros de altitud.
También probamos el Recaredo, un cava Brut Nature Gran Reserva (en mi post pasado les hablé del Intens Rosat 2010 de Recaredo como el primer vino espumoso biodinámico de España certificado con el sello de garantía Demeter).
Este vino es de color amarillo paja, con burbujas pequeñas y continuadas. En nariz dominan los tonos balsámicos y la fruta madura, rodeada de una agradable sensación de acogida. Las frutas cítricas imperan en una boca muy viva y fresca, a la vez que seria y estructurada.
Un 5% de este cava procede de vinos de reserva envejecidos en barrica de roble durante 12 meses. No se la añadido azúcar.
Una noche espectacular en la que las copas y los amigos valen cada segundo.