Contexto De acuerdo a una encuesta realizada en México el año pasado por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), a mil 200 personas adultas (600 hombres y 600 mujeres), en torno a las preguntas si preferían vivir en matrimonio, en unión libre o que cada quien viviera en su casa, éstos son los resultados: 64% dijo que prefería el matrimonio, 20% optó por la unión libre, 10% votó porque cada quien viva en su casa y 6% no supo o no respondió. Al separar los resultados por grupos de edad, los adultos mayores de 30 años se mostraron más conservadores que los jóvenes, ya que 66% prefiere vivir en matrimonio y 17%, en unión libre. Hay que destacar que esta encuesta también arrojó un resultado sumamente interesante: los mexicanos consideran que es más feliz quien vive en matrimonio (34%) que en unión libre (26%); sin embargo, 30% cree que la pareja vive feliz en ambas situaciones.
Fuente: www.campusmexico.mx
Nos guste o no, vivimos días vertiginosos, los cambios se dan a la velocidad de la luz y las relaciones humanas no pueden ser la excepción. Cada vez más parejas optan por vivir en unión libre por encima del matrimonio (civil y religioso) como forma de convivencia y el argumento que esgrimen es simple, pero contundente: cuando el amor existe, los papeles sobran. Pero ¿hasta qué punto el compromiso es igual?, ¿el hecho de “formalizar” la relación (ante la ley y ante Dios, dirían nuestras abuelas) le otorga un peso específico?
Para empezar, debemos remontarnos a los orígenes sociales del individuo (hombres y mujeres en general) que están nada menos que en la familia. ¿Por qué? Porque es a partir de este núcleo en el que la persona va a desarrollar la escala de valores que ejercerá una vez que se convierta en adulto. Es a través de lo que se le enseñe en casa y lo que aprenda en ésta, que desarrollará sus conceptos más preponderantes. Si se le inculca desde niño que el matrimonio es, insisto, como decían las abuelas, “el pilar de la sociedad”, crecerá con el concepto de que el matrimonio es fundamental en su vida; en contraparte, si le es transmitida la noción de que el amor es más importante que cualquier circunstancia y que éste no requiere de la autorización de personas o instituciones ajenas a su desarrollo, crecerá creyendo que lo importante es la relación en sí. Ambas circunstancias, creo yo, son válidas.
Muchas personas aseguran que cuando se vive en unión libre es más fácil que el individuo se deje llevar por sus proyectos personales, pero cuando éste contrae matrimonio sus prioridades cambian y se ve forzado a involucrarse en una dinámica donde todo está encaminado al beneficio de un grupo (primero él y su pareja, después él, su pareja y los hijos). Si embargo, lo anterior no es, por mucho, ni una generalidad ni ley en piedra. La verdad es que cuando un hombre o una mujer están decididos a luchar por una relación y que ésta fructifique, la unión libre o el acta de matrimonio salen sobrando. Todo va en cuestión de la madurez de los actores involucrados.
Cuando nos referimos al matrimonio como institución, no debemos olvidar que éste se ha fortalecido por los siglos de los siglos con base en las costumbres y tradiciones de las diferentes sociedades de la civilización. Sin embargo, no debemos olvidar que éste en ocasiones tiene lugar incluso en ausencia del amor (¿algun@ de ustedes ha leído o escuchado algo sobre los casamientos obligados?) y es aquí donde la unión libre le saca ventaja a esta figura social monolítica, porque ésta no puede darse si no existe amor de por medio. O, ¿pueden imaginarse a dos personas acordando vivir en unión libre (o “unión civil”, como se le conoce en otros países) sin estar siquiera mínimamente enamoradas? No se me podría ocurrir mayor incongruencia.
Lo cierto es que este tema es de una relevancia enorme en nuestra sociedad, ya que tanto el matrimonio como la unión libre son decisiones sumamente importantes en la vida de cualquier pareja. Ambos requieren de mucha responsabilidad. Para unos funcionará el primero y para otros funcionará el segundo. Seguramente muchos que viven en unión libre, con el paso del tiempo, acabarán acudiendo al registro civil y a la iglesia para formalizar su compromiso; pero seguramente muchos otros desearán continuar así porque para ellos no es necesario firmar ningún documento para ratificar el amor que se profesan. Sin embargo, tanto para unos como para otros, lo que sí existe en sus corazones es la certeza de que dijeron “¡sí, acepto!” con plena y total convicción.
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Depp y Paradis… Un buen ejemplo Lo cierto es que uno quisiera siempre aplicar el famoso… y vivieron felices para siempre. Sin embargo, dicho aforismo a veces no es posible utilizarlo y menos cuando se trata de las celebridades de Hollywood. Pero un buen ejemplo de durabilidad bajo el formato de unión libre lo podemos tomar del actor Johnny Depp y la modelo Vanessa Paradis, quienes lograron convivir 14 años juntos, procrearon dos hermosos hijos (Lily-Rose, de 14 años, y Jack, de 11) durante ese tiempo. Lamentablemente, el año pasado la pareja anunció su ruptura, Depp se enamoró de la también actriz Amber Heard, mientras rodaban el filme The rum diary, pero en compensación por los buenos años vividos con Paradis le dio a ésta 100 millones de dólares. Nada mal, ¿no creen?
¿Qué escuchar?
No hace falta Cristian castro, 2003 Bajo la producción de Emilio Estefan, el Gallito Feliz entrega en su noveno álbum de estudio un tema cuya letra deja en firme que el amor entre dos personas no necesariamente tiene que consumarse en un altar.
¿Qué leer?
¡Acepto!, ¡acepto! 2006 Al año se registran en promedio 2.4 millones de casamientos en Estados Unidos, razón más que suficiente para que Shonnie Lavender y Bruce Mulkey se hayan animado a escribir esta interesante guía para cumplir a cabalidad los famosos votos matrimoniales.
¿Qué ver?
Amor, boda, matrimonio 2011 Comedia romántica en la que Ava (Mandy Moore) y Charlie (Kellan Kutz) deciden casarse inspirados en el matrimonio de los padres de Ava, quienes llevan 30 años juntos. Hasta que la mamá de Ava, Betty (Jane Seymour), descubre que su marido le fue infiel 25 años atrás y…
Para reír
Para tomar en cuenta:
- El matrimonio es el proceso químico en el que tu media naranja se transforma en un limón completo.
- El amor es ciego, pero el matrimonio te abre los ojos.
- Algunos matrimonios acaban bien… otros duran toda la vida.
- El hombre no está completo hasta que se casa. Después está terminado.
- Si no fuera por el matrimonio, el hombre pasaría su vida pensando que no tiene defectos.
Vía Facebook
- Héctor Reyes Salinas. “Con el matrimonio, en la cuestión legal se tienen derechos (como el de alimentos y el de heredar), pero con la unión libre te evitas la obligación legal de vivir con la persona porque no los ‘ata’ un contrato. Pero si hay hijos lo mejor es que estén casados”.
- Jorge Padilla Bermúdez. “Yo pienso que ahora los hombres ‘se la piensan más’ para casarse debido a la elevada tasa de divorcios que se ha venido dando actualmente. En otros países hay que destacar que se está registrando una silenciosa huelga de matrimonios”.
- Carlos Fabián Fontez. “¿Qué tal una ‘tercera vía’ como la que proponen Anthony Giddens y Tony Blair: la Asociación Estratégica y Unión de Fuerzas para Beneficios Múltiples y Crecientes? Tiene la posibilidad de renovarse cada cierto tiempo, manteniéndose ambos lejos de las familias de cada uno”.
Consultorio (NO) sexual
Pregunta: estoy un poco estresado porque mi novia (llevamos cuatro años viviendo juntos) me está exigiendo que ya nos casemos, por lo menos por la vía civil. En su familia la han estado presionando de que lo haga porque así, consideran ellos, ella estaría “más protegida jurídicamente”. Yo me siento a gusto al estar en unión libre con mi pareja, jamás la he defraudado y no pienso hacerlo, pero me parece que su familia está enrareciendo mucho nuestra relación. Jorge Ernesto Urrutia (Distrito Federal)
Respuesta: es muy importante que en un tema como éste ambos dialoguen y dejen muy claro cuál es la postura de cada uno. Hablando en términos prácticos, de vivir en unión libre a vivir casados ya no hay mucha diferencia, pero sí es trascendental que los dos se pongan perfectamente de acuerdo respecto a los términos que manejarán al interior de su relación.
