Vivimos en un mundo (y particularmente en una sociedad) tan infestado de complejos y tabús que apenas percibimos algo que trasciende a aquellos paradigmas con los que históricamente estamos acostumbrados a convivir, inmediatamente se nos enciende el foco de esa alerta roja que tal pareciera la traemos insertada
en el ADN incluso desde antes de ser concebidos. Por eso, cuando tenemos frente a nuestros ojos o nos enteramos de un matrimonio compuesto por un hombre maduro (qué digo maduro… ¡madurísimo!, miembro casi-casi del club de la llamada tercera edad) y una mujer que bien pudiera ser su hija (o mejor dicho, ¡su nieta!) nuestra primera reacción es de sorpresa e incredulidad.
¿Por qué es tan difícil (por no decir prácticamente imposible) aceptar que el verdadero amor se puede dar entre dos personas tan disímbolas, cuando menos en lo que a edad se refiere?
De entrada, bien valdría cuestionarnos, en una primera instancia, ¿qué es lo que busca una mujer joven en un hombre maduro? Seguridad, experiencia, apoyo y que alguien prácticamente le resuelva sus problemas, ya que él cumple una especie de rol de figura paterna con sabiduría y un estatus social que allana positivamente el camino para que no existan problemas de índole económico.
En contraparte, ahora enfocándonos exclusivamente en la perspectiva masculina… ¿qué busca un hombre maduro en una mujer joven? Fácil: lozanía, frescura, belleza, una mente “vacunada” de presiones y preocupaciones, contagiarse de esa energía juvenil y esa ilusión (aunque hasta cierto punto es falsa) de que se puede vivir una segunda juventud.
Lamentablemente (sí, y aquí es donde aparece mi versión de aguafiestas recalcitrante) las cosas se complican cuando por una parte sólo existe atracción física e interés sexual, y por la otra, lo único que cuenta es el materialismo y un egoísmo voraz de ver por sus propios intereses. Cuando estos dos factores se conjugan todo termina en una terrible pesadilla.
Lo cierto es que en la práctica, haciendo de lado todos esos incómodos convencionalismos sociales y las falsos conceptos de lo que es “políticamente correcto”, el amor no tiene edad. Una mujer, sin importar su acta de nacimiento, por lo regular siempre está buscando satisfacciones emocionales que van más allá del sexo, sentirse amada, deseada, protegida, procurada y, el hombre, por su parte, anhela tener a su lado a una dama segura de sí misma, sin inhibiciones, lista para aceptarlo más allá de sus canas, sus arrugas o su cuenta bancaria. Sí, probablemente ante los ojos del resto del mundo ambos estén resquebrajando ciertos esquemas sociales, pero si somos honestos, éstos (los dichosos esquemas sociales) no sirven para nada al momento de cimentar una relación sentimental lo suficientemente madura.
Aunque no está de más estar cien por ciento alertas para alejar a tod@s es@s deleznables “rabo verdes” y “trepadoras”. Porque de que l@s hay, ¡l@s hay!
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Contexto
Los especialistas señalan que esta atracción tiene que ver con necesidades psicológicas no resueltas y que lo fundamental no va ligado a lo físico, sino a la personalidad, la sabiduría y al poder que simboliza una persona con experiencia. En los tiempos actuales cada vez es más común encontrar parejas que cuentan al menos con una diferencia de edades de más de 15 años entre ambos. Si bien la tendencia, histórica por demás, sigue siendo mayoritaria en cuanto a hombres maduros que se unen con mujeres más jóvenes, los especialistas aseguran que existe un claro aumento de relaciones inversas, es decir, con mujeres de edad mayor a la de su pareja. Incluso desde una percepción social, los hombres maduros que conquistan a una mujer considerablemente menor a ellos son valorados públicamente.
Fuente: Portalcantabria.es
Vía Facebook
José Reynold Saucedo. “Este tipo de relaciones depende mucho de la mujer y de las condiciones del hombre, ya que hay muchas jóvenes que se sienten atraídas por hombres mayores”.
Iván Castillo Garibay. “Esperar a que muera el viejo y que ella cobre la herencias”.
Ephrain Díaz. “Pregúntamelo a mi. Le doblo la edad a mi pareja y somos muy felices. No peleamos, hay un intercambio de energía muy positiva, nos interrelacionamos emocionalmente muy bien. Nuestra relación es de pelos y ya llevamos dos años juntos”.
Pily Moreno. “ Por dinero, no sean ingenuos. Una chica joven se vende, el viejo compra un cuerpo joven y ella obtiene estabilidad financiera. Una joven jamás se junta con un viejo pobre ”.
Consultorio sexual
Pregunta: tengo 37 años y mi marido, 79. Llevamos seis años de matrimonio y apenas recientemente comenzó a tener unos leves problemas de disfunción eréctil. ¿Es válido que recurramos a métodos como el de la pastillita azul o la famosa bombita milagrosa de Andrés García…, qué me recomiendan?
Selene Gorostiza (México, DF.)
Respuesta: lo primero que deben hacer es consultar a un especialista que le realice una serie de pruebas a tu esposo, para saber qué sí o qué no deben hacer. Siempre es recomendable contar primero con el diagnóstico de un experto antes de hacer algo.
¿Qué escuchar?
Young girl
GARY PUCKETT & THE UNION GAP,1968
En su segun do disco de estudio esta empalagosa banda sesentera de rock plantea en este corte la disyuntiva de un hombre maduro que reconoce el factor de lo políticamente incorrecto al enamorarse de una muchachita, pero…
¿Qué leer?
Arráncame la vida 1985
Indudablemente se trata de la obra maestra de la poblana Ángeles Mastretta. Una novela que primigeniamente aborda el microcosmos que vive el matrimonio de Catalina y Andrés, pero que en torno a ambos se generan varias historias de amor.
¿Qué ver?
Belleza americana
1999
Impresionante drama dirigido por Sam Mendes que explora de manera desgarradora varios temas del amor (libertad, belleza, liberación personal, existencialismo, tabús, etcétera). Kevin Spacey (Lester), Annette Bening (Carolyn) y Mena Suvari (Angela) lucen excelsos.
Para reír
Aquí tienen a un anciano de 90 años que se casa con un bombón de 20. Cuando regresan de la luna de miel visitan al ginecólogo, resulta que la muchacha está encinta.
—Don Eustaquio, esto me huele mal –comenta el doctor al viejito–. Déjeme le cuento una historia: era un cazador algo despistado que se fue de caza y en lugar de escopeta se llevó el paraguas. Entonces vio un halcón, le apuntó con el paraguas y el halcón cayó muerto… —¡Imposible! Alguien más le disparó a ese halcón –asevera el anciano. —¡Exacto!, eso mismo quería decirle –remata el doctor.
Howard y Anna: ¿Amor verdadero o robo en despoblado?
Contrajeron nupcias en 1994, cuando él tenía 89 años y ella, 26. Al ser ambos figuras mediáticas de inmediato estalló el escándalo. Para el ojo público resultaba inaudito que un magnate de refinadas actitudes se enamorara de una poco refinada mesera catapultada al estrellato por la revista Playboy. Pero el beneficio de la duda duró muy poco, porque J. Howard Marshall murió 13 meses después de que Anna Nicole Smith le diera el sí frente al altar y ella se llevó de “premio” 88 millones de dólares por haber compartido con él los últimos meses de su vida. ¿Amor?, ¿ambición?, ¿pacto? Eso nunca lo sabremos porque ella murió en 2007, aunque siempre juró y perjuró que estaba enamorada de él.
