Amig@s, ¿alguna vez se han preguntado cuál es la causa que provoca que en este universo existan tantas parejas que, según nuestra percepción y concepción, sean disparejas? Sí. Esas que a diario vemos por todas partes –en la calle, en el cine, en el aeropuerto, en el gimnasio, en el Metro, en algún restaurante e incluso en el mundo de la farándula- y que nos orillan a cuestionarnos si efectivamente, como dice el refrán, e amor es ciego.
Rubias despampanantes con chaparritos barrigones; flacas esqueléticas de ceño fruncido con simpáticos galanes de cuerpo escultural; hermosas curvilíneas con esperpénticos greñudos; jovencitos con tipo nerd con distinguidas maduras de glamoroso maquillaje; viejos rabo-verdes con inexpertas universitarias; refinadas damas de sociedad con gañanes de muy poca cultura…
Las combinaciones son tan infinitas como disparejas, y sorprendentes por supuesto, lo que frecuentemente nos lleva al planteamiento de un par de sencillas pero al mismo tiempo complejas cuestiones (hablando en términos sociológicos): ¿qué es lo que vieron ellos en ellas y viceversa? y ¿será posible que con tantas diferencias entre ambos pueda surgir entre ambos un amor que pueda ser verdadero y perecedero al mismo tiempo?
No hay que darle muchas vueltas al asunto. En este tipo de cuestiones no hay verdades absolutas. Todo es relativo y contundentemente subjetivo. ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros desarrolla conceptos muy particulares de lo que es la estética, la belleza, el bienestar y la satisfacción, los cuales a la hora de compararse con los que manejan los demás simple y llanamente se “disparan” porque a final de cuentas a cada quien nos gustan cosas completamente distintas.
La piel morena, una larga cabellera, la barba bien tupida, un par de senos grandes, una sonrisa con dientes perfectamente alineados, ese olor cautivante, la siempre atingente caballerosidad, esa timidez en lo público que en lo privado se transforma en pasión desbordada, el gusto por las buenas películas y los buenos vinos, los chistes que nos hacen reír a carcajadas, esos anticuados detalles que nunca pasan de moda, un par de piernas kilométricas coronadas por unas sensuales zapatillas de tacón de aguja, esa mirada de ciervo moribundo… cada quien sabe cuáles son los rasgos internos y externos que nos llaman la atención en la personas del sexo opuesto, y éstos, conforme transcurren los años, se transforman en patrones perfectamente bien definidos al momento de elegir a una pareja.
¿Podemos explicar claramente porque estamos enamorad@s de nuestr@ novi@ o espos@? Quizá sí. Quizá en nuestra mente tenemos un mapa perfectamente inventariado de los atributos por los que elegimos a esa persona con la que estamos compartiendo nuestra vida. Pero quizá no. Y también eso es totalmente válido porque a veces el amor obra de maneras inexplicables y a la hora de responder por qué amamos a esa persona especial no podemos encontrar las palabras precisas. “L@ amo porque sí, porque no concibo mi vida sin él/ella aunque no te pueda explicar con peras y manzanas las razones por las que l@ amo. Punto”.
Y a ti, ¿cómo te gustan los hombres?; y tú, ¿cuál es tu ideal de mujer?
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