La escena se ha vuelto cada vez más común en las llamadas sociedades occidentales. Hombres y mujeres por igual, aunque ellas se niegan a reconocerlo abiertamente, por cuestiones compulsivas o impulsivas permiten le conceden total potestad a la testosterona y a los estrógenos para que el sexo se convierta en el eje rector de sus vidas.
Sexo con desconocidos, pornografía por Internet, frecuentes episodios de masturbación, proclividad al exhibicionismo, encuentros sexuales en grupo, tendencia al sadomasoquismo y un larguísimo etcétera conforman un ominoso catálogo de comportamientos que a quienes son afectos a éstos terminan siendo señalados como sátiros o ninfomaníacas.
O dicho de manera más sencilla: como adictos al sexo.
Lamentablemente, vivimos días donde el ritmo vertiginoso de nuestras acciones parece estar encaminado única y exclusivamente al consumismo, siendo a través de éste como logramos (o fracasamos) insertarnos en una sociedad que, más allá de nuestros verdaderos sentimientos y genuinas aspiraciones, nos marca una falsa pauta a seguir en la que el sexo se utiliza como instrumento de aceptación o rechazo social. Convivimos con la compulsión y la aceptamos como un estilo de vida, rebasando así la reflexión y la conciencia.
Lo que antes nos parecía desagradable o reprochable ahora forma parte de nuestra cotidianeidad. Nuestra moralidad (ese famoso “duende” que siempre está sentado muy cerca de alguno de nuestros oídos para decirnos “eso sí” o “eso no”) se ve supeditada a un exacerbado deseo por ejercer y desplegar nuestra sexualidad de tal manera que cualquier otra actividad se ve reducida a su más mínima expresión por la violencia irrupción (la mayor parte del tiempo) de pensamientos en donde los penes, las vaginas, las eyaculaciones, los orgasmos y demás “actores” sexuales nos obligan a abandonar la naturalidad para postrarnos en un trastorno obsesivo.
Los términos nos parecen familiares, pero lo cierto es que conocemos poco sobre ellos a fondo. Hipersexualidad, ninfomanía (furor femenino), satiriasis… trastornos cuyo común denominador es una libido muy alta y activa que nos convierten en seres totalmente volcados y obsesionados con el sexo. Todos y cada uno de los casos de adicción sexual, de acuerdo a los especialistas, son considerados como las gripes, no hay uno igual; sin embargo, es importante sumergirse muy en el fondo de la psique de los individuos que padecen esta condición para desmenuzar las probables causales psicológicas que los han forzado a convertirse en totales esclavos de sus deseos.
Desafortunadamente la adicción al sexo es una de las adicciones más negadas en nuestra cultura. Sin embargo, al igual que como lo hacen las demás adicciones, ésta se presenta por medio de un descontrol en la conducta sexual. Por ello, es de extrema necesidad que aquellos quienes sospechen ser adictos sexuales de inmediato busquen ayuda profesional, porque de tomar a la ligera esta condición estarían condenados a contaminar el resto de las actividades que conforman su vida diaria.
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