Considerada la séptima y última etapa final de los seres humanos, la vejez (que también es conocida como la «Tercera Edad») está llena de mitos y realidades, siendo la sexualidad uno de ellos. Prejuiciados por aquello de que las personas mayores prácticamente han cancelado sus deseos por circunstancias inherentes a su condición, durante décadas hemos ignorado desde las trincheras médica y social que ese sector de la población tiene tanto derecho a ejercer su sexualidad tanto como los demás.
Cierto, hay factores propios de la edad (menopausia, falta de lubricación, disfunción eréctil, enfermedades crónico-degenerativas, etcétera) que propician que las personas de la Tercera Edad vean afectada su sexualidad. Sin embargo, el deseo sexual no se erradica con la llegada de las canas.
De acuerdo a especialistas, la vejez es un proceso biológico que se manifiesta por una disminución de las funciones metabólicas. Sin embargo, cuando enfocamos ésta en un apartado meramente sexual, resulta (cuando menos en las sociedades de Latinoamérica, incluida la mexicana) que más allá de los factores médico-biológicos que atañen y afectan a un hombre o a una mujer de la «Tercera Edad», lo que en realidad incide para que la sexualidad de este sector de la población se inhiba tiene que ver con prejuicios de índole psicosocial.
Pero lo cierto es que hoy en día, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, las personas mayores gozan de una mejor calidad de vida que les permite alcanzar una media de años superior a la que se tenía, por ejemplo, en el siglo pasado. Por lo mismo, cada vez es más frecuente encontrarnos con damas y caballeros de 60, 65 y 70 años o más que no lucen de la edad biológica que verdaderamente tienen, y eso es debido a que tienen acceso a mejores medicamentos, alternativas para el cuidado de su mente y de su cuerpo (ejercicios, tratamientos, etcétera).
En España, vale la pena retomar este dato, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología publicó un estudio hace unas semanas en el que señala que el 62.3% de los hombres y el 37.4% de mujeres mayores de 65 años de edad son sexualmente activos, lo que hecha por tierra ese viejo (y desagradable) mito que decía que las personas mayores no tienen deseo sexual. Nada de eso. Lo que pasa es que, con el transcurso de los años, las relaciones sexuales cambian sin que necesariamente tengan que desaparecer. Probablemente la frecuencia de las penetraciones (debido a problemas de erección) no sea la misma que se tenía en los llamados «años mozos», pero también está comprobado que son cada vez más aquell@s que recurren a la masturbación como alternativa para acceder al placer.
Con este panorama, me parece que ya va siendo tiempo de que nos despojemos de ciertos prejuicios que vienen aparejados con la llegada de la vejez y que todos aquellos que se encuentran en el umbral de la «Tercera Edad» o que ya son parte de ese selecto club, se informen adecuadamente para que puedan disfrutar de su sexualidad como cuando eran jóvenes.
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