Con el tema de este miércoles, querid@s amig@s, no se puede tapar el sol con un dedo, ¡así que no lo intenten! Porque absolutamente todos hemos pasado, en alguna etapa de nuestra vida, por esa dolorosa fase de vernos obligados a tener que superar el llamado duelo emocional que nos provoca la separación de una persona a la que estamos vinculad@s emocionalmente de forma tan poderosa que tienen que transcurrir meses e incluso años para que logremos curarnos plenamente de una pérdida de tal magnitud.
Sí, no es necesario tener que vivir en carne propia la muerte física de un ser amado para sumergirnos en la difícil dinámica de tener que hacernos a la idea de que hemos sufrido una pérdida irreparable. Hombres y mujeres por igual, cuando se llega el momento de perder a un@ novi@ o un@ espos@ con quien se ha logrado alcanzar un nivel de convivencia y compenetración emocional tan fuerte, los efectos que esta ruptura ocasiona son devastadores. Psicólogos, psicoanalistas y demás especialistas en relaciones humanas aseguran que llega a ser tan fuerte como la muerte misma. ¡Es en serio!
Tomar la decisión de separarnos de alguien a quien amamos no es nada sencillo. Pero una vez que se dicha determinación ya se ha ejecutado, el individuo obligadamente se enfrenta a varias fases que no necesariamente siempre tienen que llevar el mismo orden, pero siempre inicia con la negación y concluye con la superación de dicha circunstancia.
Indudablemente la fase de negación es la más dolorosa de todas, porque la persona que sufre la pérdida tiene que notar tangiblemente que ha perdido a alguien amad@, pero no es fácil, porque ocurre frecuentemente que estas personas llamen al ausente aunque no esté presente e incluso sostengan conversaciones imaginarias con él o ella.
Posteriormente se presenta una fase de enojo, ira, rabia o resentimiento en el que él o la afectad@ sienten la necesidad de vengarse, sobre todo si estamos hablando de casos los que hubo una infidelidad de por medio. Una vez que se cae en esta etapa, lo más probable es que se presente un poderoso sentimiento de obsesión y esto retrasará la superación del duelo, porque para l@s afectad@s siempre será el otro responsable de que todo se haya echado a perder. Pero la rabia y la venganza desgastan y quitan muchas energías, así que siempre es mejor pensar en positivo aunque la situación esté complicada.
Obviamente, el sufrimiento es bastante y profundo, porque quienes aceptan construir una relación de pareja a largo plazo tienen la idea de que apostaron por algo verdaderamente importante y al no ser favorable para ellos dicha apuesta enseguida hacen su aparición la decepción y la incertidumbre. Ya saben, «¿me quedaré sol@ para siempre?», «le tengo pavor a la soledad», «nunca jamás nadie me volverá a ver atractiv@», «siempre tengo la culpa de todo», etcétera.
Afortunadamente, después de un tiempo de autocrítica, de convivir con nosotros mismos (en algunos casos lo más probable es que varios necesiten de ayuda profesional) y de hacer constantes evaluaciones y balances podremos llegar a un punto en el que lograremos recuperar nuestra dignidad, autonomía, libertad y, lo que es más importante, ¡nuestra capacidad de decisión!
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